1. Mezcla de sensaciones: sexo y morbo


    Fecha: 04/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Sconvix, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando te has hinchado de comer y, de repente, te ves en la necesidad de comer más. Pues este era el caso, con ella no me sentía fatigado, estaba siempre dispuesto a salir, reír, charlar y a cualquier cosa. El sexo era igual, pasados unos minutos podía repetir, pero si pasaban algunas horas sentía la imperiosa necesidad de destrozarla (o de ser destrozado).
    
    Claro que influenciaban dos claros factores: uno, que el tiempo del que disponíamos era limitado (un fin de semana más o menos); y dos, su provocación era irresistible, y decirle "no" a una mujer como aquella era un pecado a tener en cuenta por el Altísimo.
    
    Por eso, el almuerzo del domingo, en casita y con los pijamas, que estaba teniendo lugar unas tres horas después del último polvo, sólo podía desembocar en más de lo mismo (eso de lo que nadie se cansa de repetir). Los estómagos parecían ser conscientes de la situación y se satisfacían rápido para pasar a cosas igualmente necesarias. Los comentarios cesaron, las últimas risas se escabulleron fuera del comedor y un par de ojos se posaron sobre el otro par.
    
    Noa se llevaba a la boca el último bocado mientras apartaba el tenedor de subo rozando levemente las puntas del mismo sobre su labio inferior. Casi al unísono nos pusimos en pie, cuales guerreros en pos de la terrible batalla que se presenta inexorable. Nos abalanzamos el uno sobre el otro y, gracias a mi mayor corpulencia y fuerza, logré empujarla a la vez que la levantaba del suelo hasta chocar contra los ...
    ... muebles. El golpe que propinó la parte trasera de su cabeza contra el mueble no apreció afectarle en lo más mínimo.
    
    Allí, sentada junto al grifo, logró hundir habilidosamente su mano entre nuestros apretujados sexos mientras nos besábamos bocas, cuellos, orejas, pelo, pecho y todo lo acaparable de cintura para arriba. Su mano conseguía extraer a mi duro nado de debajo del pantaloncillo del pijama. Una vez libre éste, alzó sus brazos para que le quitase mi propio jersey (un préstamo cargado de erotismo) para que sus voluptuosos pechos, tras un pronunciado bote al caer, se me ofrecieron duros a mis ojos, boca y manos.
    
    Sin más demora nos la ingeniamos como pudimos para apartar la ropa de abajo y enchufar en endurecida polla (ya llevaba rato durísima) en su siempre húmedo coño. Sus brazos me abrazaban, sus gemidos descontrolados llenaban mis oídos y sus uñas arañaban mi espalda desprendiendo pequeños trozos de piel y dejando débiles trazos rojizos sobre la misma.
    
    Mis acometidas tenían como consecuencia desequilibrios que terminarían por llevarnos al suelo. Y aunque intenté llevarla en brazos contra la mesa del comedor, caímos lateralmente contra el suelo; eso sí, sin dejar de follar. El golpe no nos detuvo, gritábamos desesperados por corrernos y así lo hicimos. Terminados con un prolongado "¡Aaaaaaah!".
    
    Nunca antes había sudado tanto en tan poco tiempo. Así que mi cuerpo reclamaba ingentes cantidades de agua. Mas no pude sacar mi ahora flácida verga de su coño cuando, ...