1. Diana, para ti


    Fecha: 15/04/2018, Categorías: Incesto Autor: siluetas, Fuente: CuentoRelatos

    ... no lo sé —dije, y di un giro, dejando mi trasero a la altura de su pene y moviendo mis caderas un poco. Él soltó una pequeña risa.
    
    —Ya veo. A mi niña le gusta lo bueno y grande.
    
    —Sí, y necesita algo para que se ponga grande.
    
    Me puse otra vez de espaldas a la cámara, y mientras lo veía a los ojos me empecé a bajar la falda. Mi pequeña ropa interior blanca de encajes fue algo que mi “familia” disfrutó en primer plano. Papá se encargó de mi blusa.
    
    —Ahora sí está tal como te gusta, nena.
    
    Me acerqué a su rostro. No era un hombre atractivo, pero los hombres mayores tienen siempre sorpresas en la intimidad para mí. Así que sin titubear le di un enorme beso en la boca.
    
    Nunca conocí a mi padre, ¿Saben? Él sólo sedujo a mi madre y la embarazó, el muy hijo de puta. Por eso es en parte que aprecio la compañía de hombres mayores y procuro llamarlos papi. Como si quisiera un reemplazo temporal, aunque ese reemplazo solo quisiera desnudarme y meterme sus dedos en todas partes, como en ese momento.
    
    Papá había logrado quitarme el sostén y empezó a chupar mis senos. Me fue acostado para seguir su fandom acompañado más comodidad. Luego, empezó a quitarme la tanga.
    
    —¿Que vas a hacerme ahora, papi? —pregunté con voz ...
    ... fingida.
    
    —Algo que te encantará —respondió, y mojando uno de sus dedos lo pasó por mi vulva un par de veces hasta meterlo y sacarlo con rapidez. La fricción estaba logrando hacerme perder el control. Empecé a gemir cada vez con más naturalidad. Uno de mis espasmos le hizo sacar el dedo y empezó a desvestirse con rapidez.
    
    De ahí en adelante, papá fue amoroso conmigo.
    
    Mientras yo seguía boca arriba, el condón texturizado en su pene entraba cada vez más profundo en mi vagina, gracias al gran peso de su cuerpo. Luego, me levantó una pierna hasta la cabeza para penetrarme aún más al fondo y hacerme gritar como loca. Después, era mi turno de ser una hija rebelde. Quería cabalgarlo, así que lo acosté boca arriba y me senté en su largo miembro, saltando una y otra vez mientras papá me jalaba del cabello y apretaba mis pechos. Ahí vino el orgasmo, como una explosión en mi cabeza y un baño de jugo sobre su virilidad.
    
    —Papá… Te amo.
    
    —Yo te amo a ti, hijita bella.
    
    Nos volvimos a besar. Sus ásperas manos volvieron a recorrer mi piel desnuda, mientras tras las cámaras registraban lo mucho que amaba a ese que llamaba papá una y otra vez, mientras se movía para derramar su semen en mi rostro embelesado.
    
    La semana siguiente tuve dos dulces papás. 
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