Revelación
Fecha: 15/04/2018,
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Autor: Nat y Ruben, Fuente: CuentoRelatos
Soy Rubén, un hombre serio, atractivo y misterioso, moreno de estatura media y delgado (en palabras de Nat). Mi esposa Natasha una chica sumamente atractiva, también morena, cabello negro hermoso y lacio, delgada y bajita con unas caderas pronunciadas y unas piernas bien formadas, sin olvidar sus bellísimas nalgas (envidia de muchos y trofeo de muy pocos).
Esta es la historia de cómo las fantasías de mi chica y mis temores se convirtieron en un encuentro de lo más caliente y una revelación.
Todo comenzó con mi inseguridad y mis celos, cuando Nat era soltera como era de esperarse ella tenía muchos pretendientes y varios novios, pero hubo uno que real mente siempre me preocupo, pues siempre, desde que me platico de él eh sabido que le tuvo gran afecto y sospechaba que aún se lo tenía. Esto me enfurecía mucho y después de casarnos en lugar de olvidarlo la idea me asechaba más y más cada vez, no estaba tranquilo ni a sol ni a sombra, me quedaba noches despierto pensando en cuantas posibilidades tubo en el día para verse con él, a pesar de que ella se esforzaba en demostrarme su amor.
Un día mi frustración llego al límite, cuando al dormir en mis propios sueños aparecía esa infame imagen: Llegaba yo a la casa y me encontraba a mi esposa desnudando a ese maldito, no podía creerlo, no sabía si me dolía más lo que estaba haciendo o con quien lo estaba haciendo, yo pasmado no atinaba más que a ver como lo desnudaba con prisa para luego hacerle un oral, después de un rato el, ...
... la levantaba, la volteaba y comenzaba a cogérsela con fuerza (como más le gustaba a ella) podía ver como su hermosa cara esbozaba un pícara sonrisa que turnaba con su cara de dolor y se interrumpía con gemidos y gritos, así estaba viendo la escena por un tiempo que me parecieron horas aunque debe haber sido minutos, aun en mis sueños cuando me di cuenta que ella me observaba con su carita tierna de niña esperando su castigo y pidiendo compasión, pero sin dejar de mover sus celestiales caderas sobre la verga de aquel idiota, que en ese momento hacía de su asiento.
En ese momento sentí calor en todo mi cuerpo que quemaba mi piel y de pronto sucedió lo que menos esperaba, mi propia verga parecía que reventaría, yo no entendía, pero parecía que a ella le excitaba mucho y lo tomo como una autorización por que arrecio sus movimientos como nunca lo había visto, hasta que con un grito enorme dio a entender que estaba terminando, así que antes de poder hace o decir algo termino mi sueño. Al despertar pude sentir aun esa sensación de calor recorriendo mi cuerpo, así que me levanté un poco para tranquilizarme, entonces me di cuenta que tenía una fuerte erección. Mi esposa y yo no habíamos tenido mucha intimidad en los últimos días debido a los celos, me estuvo tentando con unas sensuales tanguitas y sexis pijamas, así que en ese momento dormía con una tanguita y una blusa holgada y larga. Al verla recostada con sus nalguitas al aire, recostada de lado con sus piernas retraídas (como ...