Ficción - Realidad
Fecha: 17/04/2018,
Categorías:
Anal
Fetichismo
Autor: porculin, Fuente: xHamster
Mi amiga Nina y yo éramos muy jóvenes. Delgada, de estatura media, con un bonito cuerpo y una cara dulce, llena de pecas y el pelo largo y claro, Nina solía llevar vestidos muy sencillos, que le llegaban a las rodillas. Usaba calcetines y sandalias. De dulce sonrisa en su cara aniñada, parecía más mayor a primera vista.Pasábamos las tardes de verano hablando de tonterías y riendo por cualquier cosa en el parque cercano a su casa. Vivía con su hermana mayor Lidia. De su padre no sabía nada y su madre marchó a trabajar al extranjero. Lidia estaría cerca de la treintena y cuidaba de su hermanita como sí fuese su madre. Guapa, con los cabellos largos y castaños, con una figura voluptuosa que atraía mi mirada sobre sus nalgas cada vez que la veía de espaldas. Lidia vestía faldas, más bien largas y de vuelo, y blusas.Se enfadaba con Nina por cualquier cosa. Se tomaba muy en serio su papel. Un cierto día nos fuimos del parque, paseando sin prestar atención a la hora, y nos alejamos bastante. El tiempo transcurrió entre charlas sin darnos apenas cuenta. Volvimos corriendo pero ya era muy tarde y la noche había llegado.Llamamos a la puerta temerosos de la ira de Lidia. Abrió la puerta serena pero visiblemente enojada.- ¡Entrad!¡Os vais a enterar!Cerró la puerta y desapareció en el interior de la casa sin decir nada más. Nos quedamos de pié en la sala. No sabíamos qué podía pasar a continuación. En la sala había un sofá pegado a una pared, frente al aparador. La pared de la izquierda ...
... tenía una ventana tapada por unas cortinas. Delante del sofá una mesita baja.Lidia volvió llevando algo en la mano. El miedo de Nina inundaba la sala. Lidia dejó una caja sobre la mesa y cogiendo a Nina del brazo la llevó hasta el sofá, se sentó y la tendió boca abajo sobre sus piernas.- ¡No volveréis a llegar tarde jamás!Abrió la caja y sacó dos supositorios de glicerina, les quitó el envoltorio y los dejó sobre la mesa. Subió el vestido de Nina dejando a la vista sus bragas. Me quedé allí, de pié, contemplando la escena, sin saber qué decir o qué hacer. Le bajó las bragas hasta media pierna. Enrojecí viéndole el culo expuesto. Cogió uno de los supositorios mientras con la otra mano le separaba las nalgas. Le puso el supositorio mientras se oían los lamentos de Nina. Me sentí tremendamente excitado.Le subió las bragas y el vestido y la levantó. Se puso en pié, dió unos pasos hasta donde estaba yo y me llevó del antebrazo hasta el sofá. Estaba petrificado. Me tumbó sobre su regazo y me bajó los pantalones. Vi cómo cogía el otro supositorio y noté que me bajaba los calzoncillos. Lo siguiente que noté es que me abría las nalgas y presionaba algo frío contra mi culo. Noté cómo me metía el supositorio lenta pero firmemente. Estaba terriblemente avergonzado pero sentí un placer enorme que me produjo una gran erección.No me he dado cuenta de que mientras escribía esta historia mi compañera la estaba leyendo detrás de mi, por encima de mi hombro.- Me ha gustado mucho. Sigue. Ahora ...