El CHIQUILLO Y LA EMPLEADA (2) EL SEMEN QUE LUBRIC
Fecha: 23/04/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: gonzo00, Fuente: RelatosEróticos
... disfrutando de tocarse hasta que casi se había olvidado del muchacho.
Finalmente dejó de restregarse la vagina con los dedos y líbero sus labios vaginales, toda su zona genital había quedado enrojecida; recobró el aliento se incorporó y miró al muchacho. Éste también la miró a los ojos pues de lo atento que estaba viendo su sexo, por acción de los movimientos que había hecho la mujer para incorporarse su prenda íntima volvió a cubrir todo su pubis. Ella le sonrió y se paró, con un movimiento de caderas dejó que cayera el mandil por completo hasta el piso, no dejó de mirar al muchacho un solo segundo y comenzó un baile que prometía ser erótico.
Sus enormes y redondos senos se batían a los costados, movía los hombros, flexionaba las rodillas y levantaba los brazos, en eso se puso frente al muchacho y se dio la vuelta; sólo ahí el chiquillo se dio cuenta que se trataba de una tanga roja, de la que salían completas dos enormes nalgas, el culo en si era algo cuadrado y como acartonado, las nalgas gruesas y pesadas caían levemente abajo y un poco de celulitis daba comienzo a los muslos ...
... fornidos como un par de pilares grecorromanos bien tallados. Ella metió los pulgares por los costados de la tanga y volteando la cabeza para ver la cara del muchacho, bajó de una sola vez la tanga soltándola y dejándola que caiga al piso, sacó los pies de entre la tanga y se volteó. El muchachito tenía a la mujer desnuda frente a él.
Ella, que lo miraba, se agachó a hacerle un mimo en la cara, eso le gusto a él y respondió con una sonrisa. El próximo movimiento de ella fue, acomodar sus manos encima del sillón a un costado de él y subirse gateando, poniendo las rodillas encima de aquel sillón cerca de sus brazos, para acomodarse como una gata en celo, de tal modo que ante el niño quedará expuesto su abultado culo y sus gruesos labios vaginales floreciendo entre sus muslos por detrás. La mujer se consentía sonriéndole y se acomodaba de cuatro patas; cuando en eso quedó sorprendida porque alguien tocaba a la puerta.
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