Los amigos de mi esposo
Fecha: 26/04/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Estábamos los cuatro en sala, mi marido y yo y sentados e enfrente sus dos amigos, uno de ellos miraba descaradamente mis piernas a pesar de yo hacía intentos por bajarme la falda, pero la posición en que estaba sentada hacía que esta se me subiera y mostrara mis blancos muslos, para esas horas mi marido ya estaba bien borracho y no se daba cuenta de las insinuaciones que el Licenciado Martínez me hacía, yo, aunque menos embriagada que ello también sentía los estragos de la bebida ingerida y cada vez dejaba que mi corta falda mostrara mas de mis piernas, en un momento dado el Lic. Martínez me pidió que le mostrara donde estaba el baño y lo acompañe, al llegar a este, él se metió dejando deliberadamente abierta la puerta y sin mas se saco su miembro para orinar, quise retirarme de ahí pero la curiosidad me gano y me quede viendo como el Licenciado orinaba, vi su miembro y él a propósito lo sacudía para que viera lo grande y grueso que lo tenía, aún en estado de flacidez era un hermoso ejemplar masculino y sobre todo grande, grandísimo, termino y volvimos a la sala donde mi marido se había quedado dormido, fui hacia la cocina a prepara café y cuando lo hacía sentí al Licenciado Martínez que pegado en mi trasero restregaba su patente y dura erección.
-¡Oh, por favor Licenciado , no¡ ¿Qué hace?, ¡yo soy una señora casada y decente y usted es amigo de mi esposo, por favor déjeme, no, esto no esta bien, aahhh¡- le decía aunque instintivamente empecé a para mis nalgas para ...
... sentir su erección.
-¡Señora, es que no puedo aguantar mas, esta usted bien rica, toda la noche he estado viendo sus piernotas y mire como me tiene, ahhh¡- y al decir esto me pegó mas su duro miembro haciendo que yo moviera las nalgas para acomodar su palote entre ella.
-¡Por favor Licenciado, déjeme, ahhhhhh, no sea malo conmigo, no me haga pecar, aahhhhhh¡-, le dije mientras me retiraba de ahí, si hubiera seguido un poco más, ahí mismo le hubiera dado las nalgas, llevé el café y les dije que me iba a dormir, mi marido apenas si contesto y me retire a mi cuarto, en cuanto caí en la cama me quede dormida, no supe cuanto tiempo paso pero me despertaron unas caricias en mis piernas que iban subiendo hasta llegar a mi panochita apenas cubierta por mi calzoncito, adormilada me deje hacer ya que esas caricias me gustaban, sentí que mis calzones eran bajados por mis piernas y creyendo entre sueños que era mi marido hasta levante la cadera para facilitar que me los bajaran, ya sin ellos sentí una boca que besaba mi ardiente papayita y estimulaba deliciosamente mi clítoris haciéndome abrir la piernas y gemir incontrolablemente, cuando mis piernas fueron separadas y él me jalo hacia la orilla de la cama para colocarse entre ellas y poner la punta de su miembro en la babeante entrada de mi puchita, entreabrí mis ojos y vi que no era mi marido, era el Licenciado Martínez quien se disponía a meterme su vergota.
-¡No,no, por favor, no me la meta Licenciado, no me vaya a perjudicar, se ...