1. Mi pequeño amigo


    Fecha: 27/04/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos

    ... a su espalda. Lo sentía tenso, apenado, con mucha vergüenza por sentir como lo tocaba. Me le acerqué más a su espalda y le pregunté si le molestaba y no me contestó. Solo seguía tomando su ron y se le notaba que le costaba bajarlo. Lentamente me fui acercando más a su espalda y puse mis labios en su nuca. Apagué la luz y le pasé la lengua suavemente donde terminaba su cabello. Lo olí con fuerza, aspirando ese aroma enloquecedor. Luego le fui arrimando mi verga dura hasta que quedó pegada a sus nalgas. Yo con las piernas abiertas detrás de él en la cama.
    
    Poco a poco le fui untando crema en el pecho, los brazos y le metí la lengua en uno de sus oídos. Mmmmm, ese olorcito a chiquillo de nuevo, ese aroma dulce, inexplicable. Se dio la vuelta y comencé a meterle la lengua en la boca, saboreando esos labios rosaditos. Le pasé los dedos entre el cabello suavemente, una cabellera abundante, sedosa, suavecita.
    
    Solo estábamos ahí apretados, tocándonos suavemente, muy lentamente. Lo puse de pie y le bajé los shortcitos. Esas nalgas blancas me volvieron loco. Las toqué, apreté y sobé con ganas. Me arrodillé detrás de Algis y comencé a besarlas, fui mordisqueándolas de arriba a abajo, de lado a lado, sintiendo la sedosa textura de esos glúteos vírgenes. El solo se quejaba bajito, casi sin moverse.
    
    Lo senté en el sofá y metí mi cara entre sus huevos. El vello púbico era apenas un par de pelitos castaños, suaves y largos. La verga rosada se veía larga y delgada, dura, como un ...
    ... lápiz, con una ligera curva. Con mucha suavidad lamía esas bolas blancas y metía mi cara con ganas para sentir su ombliguito. Se le marcaban las costillas, pero estaba duro como una tabla.
    
    Le levanté las piernas y él se dejaba, con los ojos cerrados. Esos muslos estaban suavecitos, los sentía contra mi cabeza como si estuviera soñando. Le separé los cachetes y en el centro estaba ese huequito rosado, casi un puntito. Me sorprendió que su ano fuera tan chiquito, casi una rajita invisible. Cuando traté de lamérselo se estiró y sacudió como si le hubiese descargado electricidad.
    
    Me mojé un dedo y se lo pasaba por el circulito de su culo. En la penumbra, el cuerpo tan delicioso, fragante y que era sólo para mí me tenía poseído de una lujuria y ganas de sexo que la verga me dolía.
    
    Saqué el lubricante y me embarré un dedo, el que fui metiendo suavecito en ese culo virgen, apretadito que se iba abriendo poco a poco. Me puse detrás de él, acostado, sobándolo constantemente, suavecito, para que no lastimarle la espalda. Mi pinga estaba durísima y se la fui zurrando por la espalda, por la raja entre las nalgas y por sus muslos. Cuando traté de penetrarlo respiró hondo y se quejó un poco más alto, pero estaba con ganas que se la metiera.
    
    Le separé los cachetes duros y blancos y puse la cabeza de mi verga en esa entradita. Comencé a empujarla mientras lo halaba con las dos manos hacia mi pinga. En un momento comencé a sentir como se iba abriendo ese culito tan rico, como mi verga ...