1. Sé infiel y mira bien con quien


    Fecha: 01/05/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Vicente Sanchis, Fuente: CuentoRelatos

    ... grandes ojos color café. Ella me volvió a sonreír y acercó su rostro al mío, uniendo sus labios a los míos en una deliciosa libación. Mis manos ya estaban sobre sus blancos muslos, recorriéndolos en toda su extensión. Podía sentir la tibieza de su carne sobre mis manos, tibieza que aumentaba considerablemente a medida que las acercaba a su entrepierna. Ella aferró sus brazos a mi espalda, recorriéndola de arriba abajo, luego dejó el beso interminable sobre mis labios y bajó hasta mi pecho velludo, jugando con los pelos con sus labios y posesionándose después de mis tetillas con una suave succión.
    
    Continúo así, besando y lamiendo, bajando despacio hasta llegar a mi ingle, abultada ya por la excitación. Alcanzó con su mano derecha mi pene totalmente erguido e inflamado. Sus delicadas manos lo abarcaban habilidosamente para proporcionarme mucho placer. Comenzó a masturbarlo lenta, pero vigorosamente, de una forma que nunca nadie me lo había hecho, y alternaba los movimientos con unas mamadas magistrales. La recosté en la cama y, debajo de mí, podía percibir la tibieza de su piel, las vibraciones de sus músculos y el quemante jadear de su aliento, mientras la besaba y acariciaba enteramente. Mi boca recorría palmo a palmo y ...
    ... pausadamente cada pulgada de aquel cuerpo ardiente de deseo… Sus gemidos alcanzaron un nivel mayor cuando acerqué mis labios a sus pechos y me apoderé de los pezones, que se erigieron furiosamente al contacto húmedo y sabroso de mis labios y lengua. Y todo aquello no hacía más que encenderme todavía más, si cabe. Bajé hasta su ingle y ella, sin que yo se lo pidiera, abrió las piernas totalmente, al máximo, mostrándome su vulva mojada por sus secreciones, palpitante, excitantemente provocativa, sugestiva, invitadora. Mis labios se fusionaron con los de su vulva y mi lengua se introdujo suavemente a explorar su vagina, fácilmente, muy fácilmente dentro de su canal vaginal. Sinceramente, era la primera vagina que mi lengua exploraba tan profundamente, llegando casi hasta la misma fuente de sus secreciones. Ya no soportaba más la premura de la penetración así que puse la cabeza de mi pene en el introito vaginal y comencé a dejárselo ir, primero despacio, con suavidad, para luego acelerar la marcha con movimientos rápidos, fuertes y profundos.
    
    Aquel orgasmo encumbraba mi fantasía, pero para que la velada fuera perfecta, unos masajes sirvieron para retomar la batalla.
    
    ¿Si repetí? Pues claro que sí, pero esa es otra historia. 
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