"Cara sucia" - Relatos Eróticos

"Cara sucia"

... desesperada movía sus caderas para que el pene erecto entrara en lo más profundo de sus entrañas…Alfonso sintió un escalofrío de miedo y la sensación del orgasmo que ya venía…se quedó quieto y bajando su ardorosa amazona le pidió que llamara a Miriam. había llegado el momento tantas veces soñado…por fin iba a coronar a la pequeña joven…miro su pene erecto que estaba en su máxima erección…la madrina llamó a la pequeña y ella misma la desnudó…estaba tan excitada que ella misma empezó a darle caricias orales a su propia hija…luego se la entregó a Alfonso…el depravado padrastro la acostó y empezó a besarla por todo el cuerpo mientras su madre se masturbaba al mirar a su hija desnuda recibiendo las impúdicas caricias…todo estaba listo para esa desvirgada anunciada… De pronto la puerta del pequeño cuarto se abrió , la patota de “Cara sucia” irrumpió en la escena , los muchachos traían en sus manos ramas de ortiga con las que empezaron a azotar los cuerpos desnudos de su madrina y su amante, la patota de “Cara sucia” ...

... arremetió con todo, los dos amantes fueron cubiertos con innumerables azotes de la urticante planta y ellos desesperados buscaron la puerta de salida para evitar el castigo, Miriam cubrió su cuerpo y fue pronto ayudada por “Cara sucia” para sacarla del cuarto mientras los muchachos sacaron desterrados a los dos amantes… Alfonso nunca volvió, la adúltera madrina también tuvo que perderse del vecindario, la pequeña Miriam se fue a vivir la casa de “Cara sucia” y entre las dos chicas empezaron a ayudar a la mamá para sacar adelante ese hogar…hubo un pequeño cambio “Cara sucia” desapareció de la escena para dar paso a la bella Irma, el verdadero nombre de “Cara sucia” que confirmó la presencia de una bella chica en ese vecindario que una vez gozó de las gambetas y goles de la pequeña futbolista. La bella Irma continuó con alguna periodicidad visitando a su prima Gilma para continuar ese aprendizaje de los secretos del sexo…esa educación personalizada no podía despreciarla, siempre lo hacían bajo la consigna de “aprender haciendo”.