1. Sexo con un sacerdote


    Fecha: 16/05/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi nombre es Raúl y todo esto sucedió cuando yo tenía unos 14-15 años, casi al final de Junio.
    
    En mi instituto, somos muy católicos, y siempre hay sacerdotes andando por los pasillos. Pues bien, mi cura "preferido" era uno llamado Don Carlos. Me daba muchísimo morbo; unos 58 años, canoso, ojos azules y con gran atractivo. Era del tipo de maduro que me ponía.
    
    Una tarde, asistí al instituto a una excursión que había, pero, lamentablemente, ya se habían ido todos ya que llegué tarde. A esto, que don Carlos estaba en un despacho donde estaban sus utensilios de misa y tal, y le pillé cambiándose de ropa, ya que con aquella sotana, hacía bastante calor. No hice ningún ruido, sólo me detuve a contemplar a escondidas su espléndido cuerpo semi-desnudo. Me encantó. Tenía un poco de tripita, y era el hombre más velludo que había visto. Tenía vellos grises por todo el cuerpo, y en su calzoncillo blanco descansaba una polla pequeña pero gruesa. Antes de que pudiese verme, me fui y le esperé en un banco a pocos metros del despacho. Cuando me vio -ya vestido- se sorprendió de mi visita y le expliqué lo ocurrido con la excursión. Con la excusa de que se me había olvidado algo en clase, hice que me ...
    ... acompañase. El colegio estaba vacío, ni siquiera las limpiadoras estaban. Aproveché que había un par de tizas e hice que se cayeron por accidento. Me agaché y le toqué el paquete, a lo que le respondí si le había molestado, y el me contestó que no. Pero yo vi que, dentro de aquel pantalón negro, había algo que se acababa de mover.
    
    Él, me propuso hacer la confesión, y así hice. Empecé contando los típicos pecados, pero decidí mentir un poco en el tema de los actos impuros. Le dije que estuve con un hombre, y que no sabía el motivo pero le practiqué sexo oral. Él se estaba poniendo nervioso, y me preguntó: "¿Acaso te gustan los hombres?". Ahí fue cuando me lancé y le besé. El no se lo esperaba, y el pobre sacerdote no sabía cómo corresponderme, así que bajé hasta la zona de sus pantalones, le desabroché el cinturón, le bajé la bragueta y ahí estaba. Una polla flácida, pequeña pero muy gorda, y llena de muchísimos pelos blancos y grises. Empecé a hacerle una mamada, aunque insistió en que lo dejase, pero en el fondo, estaba gozando. Al final, hicimos sexo anal y todo. La verdad, es que fue un día que jamás olvidaré. Luego de eso, nos hemos ido viendo en más lugares y practicando más sexo. Amo a mi cura. 
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