1. Adela


    Fecha: 19/05/2018, Categorías: Gays Autor: bimont, Fuente: CuentoRelatos

    ... me he equivocado.
    
    —Me gustará complacerte, estoy lista.
    
    —A ver de que es capaz mi niña para complacer a su mami.
    
    Mientras se había sentado al pie de la cama. En cuclillas frente a ella. Mis manos recorrieron sus muslos hasta llegar a su cintura, lentamente fui bajando su braga hasta sus rodillas, su sexo apareció ante mi desnudo, completamente rasurado, acaricie su pubis, era suave y desprendía un aroma corporal que penetró en mi nariz provocando una subida de mi excitación. Separé sus piernas con mis manos, lo que hizo que su braga acabase a la altura de sus tobillos. Situé mis dedos en el inicio de raja deslizándolos para abrir unos labios que empezaban a humedecerse. Lo bese delicadamente, a lo que Adela respondió con un primer y profundo suspiro. Mi lengua recorrió cada pliegue de sus labios, la entrada de su vagina y su clítoris, seguí así durante unos minutos hasta que con sus manos me obligo a parar.
    
    Me hizo levantar y que me tumbase en la cama, se desprendió del sujetador, aparecieron unos pechos grandes y maduros, se reclinó sobre mí sin dejar de mirarme.
    
    —¿Mi niña tiene hambre?
    
    —Sí, mami, tengo mucha hambre —Mientras los colocaba a la altura de mi boca.
    
    —No te preocupes, niña, puedes alimentarte todo lo que quieras —. Mientras ...
    ... yo succionaba sus pechos, a la vez que con su mano acariciaba lentamente el exterior de mi coño. Hacían que mi excitación subiera a lo más alto. Cerré los ojos.
    
    Siguieron después, sus labios en mi sexo, la lengua dentro, para después subiendo lentamente, su lengua entraba en mi boca, cuando notaba que mi excitación había llegado casi a su tope, se relajaba y acariciaba mis pechos mientras me miraba. Y así que cuando mi respiración se empezaba a relajar, volvía a empezar. Sentí que ya había perdido el control, que me iba a correr. De golpe se apartó, se levantó y desde la puerta.
    
    —Eso es todo de momento, relájate —y salió del dormitorio.
    
    Al poco volvió sonriendo, llevaba algo que dejo en la mesita, se tumbó a mi lado, y mientras sus dedos se enredaban en mi cabello, se acercó a mi oído.
    
    —Ya no eres una niña pero te doblo en edad. ¿Te gusto?
    
    —Sí, mami, me gustas.
    
    —Espero que no te arrepientas —Se incorporó y mostrándome un collar.
    
    —Es una prueba de sumisión absoluta que determina quién lleva las riendas y quién debe acatar las órdenes, ¿entiendes?
    
    —Sí, mami lo entiendo.
    
    A la semana siguiente me mudé a su casa, durante casi dos años fui su sumisa sirviente en el hogar y sumisa sexualmente. Lo que ocurrió creo que merecen relatos aparte. 
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