Black Friday
Fecha: 17/10/2021,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Por un instante creí entender a mi ex; las aglomeraciones, el calor en las tiendas, la megafonía demasiada alta, las dudas ante dos modelos que me gustan o el cargar con las bolsas, le hacían aborrecer ir de tiendas conmigo. Luego, mientras me tomaba un capuccino caliente, wasapeaba con mis amigas y sacaba de las bolsas y volvía a remirar entusiasmada todo lo que acababa de comprar ese día de consumismo desaforado, ya no. ¿Cómo iba a entender a semejante gilipollas que se creía demasiado para mí?
En cierta forma podía tener razón, ir de tiendas podía ser agotador, pero no lo iba a admitir. Además, no es nada que no se solucione tomándose un tentempié como el que yo había entrado a tomar en aquella cafetería. Mientras aspiraba el aroma del café recién hecho que poblaba el local, las conversaciones con mis amigas me arrancaban una sonrisa que se aliaba a la satisfacción por el día de compras y la perspectiva de un fin de semana por delante. Me sentía bien, feliz. Aunque me hubiera dejado buena parte del sueldo en todas las prendas que llenaban las bolsas a mis pies, aunque sintiera las piernas cansadas, estaba contenta. Mi móvil era un frenesí de sonidos de mensajes entrantes, la taza con el café templándose permanecía unos centímetros delante de mí. Los minutos pasaron así hasta que el icono de la batería en mi teléfono se puso en rojo, indicando que quedaba poca; todavía me quedaba un largo rato hasta llegar a casa y poder poner a cargarlo, y era mejor conservar algo ...
... para el viaje en metro, así que fui despidiéndome, cerrando todas las conversaciones y me centré en el café.
Me acerqué a la barra a por algo de comer que acompañara el capuccino. Tras pedir un sándwich vegetal con pan de semillas, un diario sobre la barra llamó mi atención; sin posibilidad de seguir consumiendo la batería del teléfono debía llenar el tiempo, así que cogí ese periódico manoseado y volví a mi mesa. Lo abrí al azar, por una página cualquiera, pues no tenía demasiado interés en leer malas noticias. Cual fue mi sorpresa cuando ante mis ojos encontré la sección de anuncios de contactos. Entre muñequitas orientales, teléfonos eróticos para todos los gustos, una imagen llamó mi atención. Dayron, se anunciaba, un mulato con un cuerpo escultural y la promesa de veintitrés centímetros de polla. Inmediatamente algo en mi cuerpo se puso más caliente que la taza que humeaba frente a mí. No recuerdo qué decía exactamente su anuncio, pero seguro que las palabras atlético, placer, dominicano, fantasía, figuraban en él. Nunca, ni siquiera en ese instante, me había planteado recurrir a un hombre de pago; ni siquiera sabía la palabra adecuada para definirlo. Además, esos anuncios los creía destinados a otros hombres, tampoco sabía si trabajaba con mujeres. Sin embargo, mi mente comenzaba a funcionar imaginando mi cuerpo y el de ese pedazo mulato.
Imaginaba unas manos decididas al final de unos brazos fuertes abrazando mi cuerpo, yo girando ante su mirada, con sus dedos de ...