1. En promesa en años. Hecho infidelidad


    Fecha: 27/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... escuché decir.
    
    Me sentí intimidada al sentir el vacío en mi cuerpo.
    
    -Aquí está, llámalo.
    
    -Estúpido, sin ideas, esto es de novelas.
    
    -Zorra. Llámalo.
    
    Mi manó se levantó, me detuvo.
    
    -Llámalo.
    
    Otra vez le obedecí.
    
    Primera llamada, no contesta. Segunda, tampoco. Tercera, no. Leonardo me insitió. A la quinta llamada Andrés contestó.
    
    La polla de Leonardo se paseaba por los labios de mi coño. Su pantalón estaba a un lado, su camisa de lana aún seguía en su cuerpo.
    
    -P...para, esto no era... -miró a Leonardo.
    
    -¿Joanne?
    
    -¡Andrés! -gemí.
    
    -¿Qué pasa?
    
    -Quería lla...llamarte.
    
    -Bien...
    
    Hubo silencio.
    
    -¿Joanne?
    
    -An...Andrés.
    
    -¿Qué?
    
    -Me siento un poco... enferma.
    
    -Mierda. Toma algo-
    
    Andrés dijo algo, pero no escuché, colgué, tiré el teléfono.
    
    -Estrecha... estás estrecha.
    
    Gemí. Leonardo se introdujo bruscamente.
    
    -Muerte para ti... -dije, en gemido.
    
    -Preciosa...
    
    -Cálla...
    
    -Diosa -dice. Da otra estocada. Mis piernas se aferran más a su cuerpo, mis manos están en su cuello.
    
    -Come... come mis tetas...
    
    -¿Te gusta eso?
    
    -Me ayuda a venirme-
    
    El río, me besó. El estómago me dolió.
    
    -Zorra. Te amo.
    
    -No... -gimoteé.
    
    -Puta. Hoy. Mañana. Siempre... -dijo. Bajó a mis tetas. -Mi Diosa. Reina -chupó, mordió.
    
    Sentí la presión en la parte baja de mi estómago.
    
    -¿Te vienes? -preguntó.
    
    La cabeza se me puso blanca. Condón.
    
    Estaba a punto de llegar y recordé que Leonardo me había metido la polla sin ...
    ... protección.
    
    -Sal... salte. Tío. Salte. Estás...
    
    Él se detiene, para las estocadas.
    
    -¿Sin globo?
    
    -Sí...
    
    Sonríe.
    
    -Pare un hijo mío.
    
    -¿¡Qué!?
    
    Me toma una teta, la chupa.
    
    -Toma la pastilla. Diosa. Esta noche es de ambos, no me detendré por nada. Pare o toma la pasta, no me importa -toma mis mejillas, sus dedos se entierran en ellas- mi amor, no me prohibas esto, mi vida, mi corazón, no me mates envitando eso.
    
    Comienza a moverse de nuevo.
    
    Cierro mis ojos, no hablo más. Él toma eso como un sí, me muerde, sube, va a mi cuello, llega a mi oreja. Me enloquesco. Eso es. He llegado, los espamos llegan. Él sonríe, no para, no se detiene.
    
    Mi orgamos dura segundos, caigo rendida, ojos cerrados. Él se detiene, me toma la cabeza, me besa el pelo, saca su polla.
    
    -¿Quieres seguir?
    
    -Yo... sí... -respondo, sin ganas. Él no ha llegado, no quiero que esto sea injusto.
    
    -Estás cansada mi amor.
    
    Abro los ojos, mi boca está entre abierta. Miro sus ojos y él los míos. Mis brazos se aferran a su cuello.
    
    -Tú tienes que hacerlo. Espera. Espera un momento.
    
    -Mi amor, he visto tu rostro. Mi polla no importa, te he visto gemir. Mi Diosa, te has venido, por mí.
    
    -Cállate.
    
    Veinte segundos y no hago más que escuchar halagos.
    
    -Entra de nuevo.
    
    -No.
    
    -Dime guarra, zorra, lo que has dicho.
    
    -Lo quería decir eso, estaba enojado.
    
    -¿Aún está dura?
    
    Bajo mi mano, él me la toma.
    
    -Métela -lo miro. Él pasa saliva, lo hace.
    
    Me aferro de nuevo. Aún ...