1. Ardor en el extranjero


    Fecha: 27/10/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Era mi tercer año en la universidad, mis padres habían insistido demasiado en que fuera a una de esas universidades donde con un fajo de billetes no necesitas cerebro y que a parte de una sonrisa te dan tu nuevo uniforme. Si, ese polito y esa faldita que con un poco de suerte evitas que toda la universidad aprecie tus queridas partes. Pues bien, ahí estaba sobreviviendo entre pijos y arrogancia. Luc, mi mejor amigo no paraba de tener aventuras, eso sí, con tíos. No podía comprender como le atraían tanto esa panda de idiotas. “Es necesidad, si veo que puedo follar no lo voy a desperdiciar” me decía. En fin, yo solía ser la rarita de clase, básicamente porque mi asocialidad cada vez crecía más. Y si no enfocabas tu atención en ellos, estabas fuera.
    
    Cansada de todo esto, decidí echar una beca para irme a estudiar fuera el último año. Y con otro fajo de billetes, me aceptaron. No soy de esas chicas que se aprovechan del dinero de Papá y Mamá pero esta era mi necesidad.
    
    El esperado día llegó. Me encontraba en el aeropuerto con mi maletón, como de costumbre esperando en la eterna cola para facturar. El tío que estaba delante de mí, me parecía bastante mono pero quizás no era momento de fantasear, ¿o tal vez si? El morenazo me echó una mirada y yo no pude esquivarla, o más bien no me salió de los ovarios hacerlo. Al compartir unas sonrisas me dijo que si se podía tomar ciertas libertades, yo asentí casi sin pensar. Segundos después tenía su mano correteando por mi ...
    ... cintura. Miré a todos lados para ver si alguien nos veía, pero mi maletón ocultaba la zona más importante. Primero sentí esas caricias que hacían que se me erizara la piel. Jugó con la goma de aquel pantalón que solía utilizar en viajes o, debido a su fácil acceso, para ciertas situaciones. Noté como sus dedos fueron bajando de forma cautelosa hasta llegar al botoncito mágico. Comenzó a masajear con bastante arte. Noté como mi cuerpo se iba poniendo rígido y nervioso, inconscientemente mis piernas se abrían más y más. Agarre su cazadora y apoyé la cabeza. Estaba a punto de soltar un gemido cuando… ¿Hola? Perdone, es su turno.
    
    Me gustaba demasiado soñar despierta y además no se me daba nada mal.
    
    Tras unas horas, puse mis pies en ese nuevo país, donde pasaría los próximos nueve meses. Fui directamente al piso que había alquilado. Les pedí a mis padres que me dieran la libertad de al menos escoger mi alojamiento. Después de una larga deliberación accedieron. Al llegar, descubrí que no tengo un don para esto. Era el piso más cochambroso que había visto en mi vida. Éramos veinte en aquel piso, de los cuales, dos chicas eran mis compis de habitación. En el salón no había más que una silla, una mesa enana y dos baños que eran el lugar perfecto para pillar alguna venérea.
    
    A la semana había adquirido dos nuevas joyas en mi nueva ciudad, se llamaban Carlos y José dos compis de la uni, los cuales alegrarían hasta mi último día. Me pasaba cada minuto con ellos, descubriendo cosas y ...
«1234...»