Yo carmen, la puta.
Fecha: 10/11/2021,
Categorías:
Sexo oral
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... cita. Era una estafa. Esperaría a que el tiempo pasase, y no volver a tener noticia de aquel desconocido. Ya tenía otras chicas. No quería ser víctima de una estafa, aunque la verdad, no había ni un euro que estafar.
Los días pasaron, ninguna novedad. Hasta que, por fin, llego el día. Sábado por la mañana. Como a diario, me levanté temprano en la mañana, para comenzar a hacer los preparativos del día. Tras lavarme y asearme un poco, desperté a mi hija, a la cual, como cada día, di de desayunar. Hice la colada, tendí la ropa mojada, y lavé las escaleras e la entrada del bloque donde vivíamos, por lo cual recibía una pequeña cantidad de dinero mensual. Sería un día horrible para olvidar. Alrededor del medio día, llamaron a la puerta. Era el técnico de la luz, que venía a cortármela. Los recibos de ésta no habían sido pagados por varios meses, y había sido denunciada por impago. Mi casa se había apagado.
Era un día de invierno, y el frío congelaba toda la casa. Ni siquiera podía encender una estufa para poder calentar a mi hija y mi madre. ¿Por qué algunas personas somos tan desgraciadas en esta vida? No me quedaba más que llorar. Llorar de impotencia, de rabia, de pena, de tristeza en el alma. Quizás el suicido habría sido la mejor alternativa. Todo acabaría. Todo tendría fin. Mi dolor, como la luz de mi casa de apagaría. ¿Pero qué sería de ellas? ¿Quién las cuidaría? Mi madre habría hecho todo lo posible por sacar a delante a mi familia en los peores tiempos, y yo había ...
... maldecido a mi hija trayéndola al mundo. No podía pagarles así, de hacerlo, ardería en el infierno por toda la eternidad. Miré el reloj. Sábado, 17 horas. Algo vino a mi cabeza. “Nos vemos el sábado a las 17 horas”. Lo recordé, había quedado con aquel desconocido que ofrecía trabajo como chica de compañía. Ya era tarde, pero no me lo pensé. Probablemente me estaba tirando al abismo, pero era mejor eso que morir por el fuego de la desesperación.
Era un día de lluvia. Rápidamente me vestí con lo primero que encontré, unos pantalones vaqueros y una camiseta vieja que estaba tirada encima de la cama. Me puse las botas y una chaqueta roja, paraguas, y me tiré a la calle. Con el poco dinero que tenía en el monedero, cogí un taxi hasta la dirección de aquel hombre, que se encontraba algo alejada de donde yo vivía. Era una pequeña casa en el centro del pueblo de al lado. El taxi, me dejó en la puerta.
Eran las 18 de la tarde. Llegaba a la cita con una hora de retraso, y ni siquiera sabía si alguien me abriría. Llamé al timbre de la puerta y esperé. Pasaron cinco minutos sin que nadie contestara. Volví a llamar, y esta ocasión sí. Un hombre, cuya edad no fui capaz de distinguir, pero que rondaría la mía, abrió la puerta.
-Hola, eres, ¿Carmen?
-Sí, soy yo.
-Adelante, pasa.
Miró su reloj y me dejo pasar. El ambiente, era espeso. La casa estaba llena de humo, signo de que alguien había estado fumando. La casa estaba desordenada, y había un perro que al entrar comenzó a ...