Casualidad en los baños
Fecha: 22/12/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
La imagen que encontré ante mí era muy tentadora, tanto que mi cabeza grabó a fuego cada uno de esos detalles. Ella se encontraba ahí parada, en aquel baño desierto, mirándose al espejo. Con ambas manos apoyadas en el lavabo, en su reflejo pude apreciar que vestía una fina camisa blanca, con menos botones abrochados de lo mínimamente decente en aquella empresa. La completaba una falda negra y corta, como me gustaban, que se pegaba a su cintura revelando cada una de sus curvas. Su pelo caía suelto por sus hombros y su mirada, perdida, contemplaba aquel reflejo sin demostrar ninguna reacción.
Parece que no se había percatado de mi presencia, pero no tenía intención alguna de descubrírsela ya que me encontraba cómodo apoyado en esa puerta. Su espalda estaba ligeramente curvada hacia delante lo que, no sé si a propósito, descubría la imagen de su sujetador blanco entre los botones y si miraba un poco más hacia abajo mmmm tenía premio. La falda se había subido ligeramente dejando a la vista un trocito de aquel culito tan delicioso y descubría su secreto mejor guardado… que no llevaba bragas.
Supongo que no debería haberme sorprendido ese detalle viniendo de ella, pero confieso que mi nivel de excitación aumentó notablemente al verlo y al saber que lo había hecho a posta. Disfrutaba jugando sucio, siendo vulnerable a ser descubierta y teniendo aquel coño empapado durante todo el día por el riesgo que podía correr.
Colgué mi chaqueta sobre el picaporte y empecé a ...
... acercarme lentamente. Mi mano derecha abandono mi bolsillo para frotar mi barbilla mientras mis ojos penetraban su reflejo. No tardaron en ser correspondidos, acompañados por una media sonrisa y un ligero alzamiento de cejas, como si la hubieran pillado in fraganti. No demoré mucho más mi acercamiento por detrás, llegando hasta ella y colocando mi mano en su cintura. Mis caderas no respetaron su espacio personal y la presionaron contra el borde del lavabo, dejándola encajada y sin margen de movimiento, no la iba a dejar escapar.
-Ya era hora de que llegases – fue lo primero que me soltó.
-¿Qué pasa? ¿Se te ha hecho dura la espera?
-No sé si…dura es la palabra – dijo intentando mover su cintura presionada – Pero el trabajo es muy aburrido, y una necesita relajarse un rato.
-¿Ah sí? ¿Entonces qué es lo que quieres hacer para relajarte?
-¿Acaso necesitas oírme decírtelo? Quiero que me folles.
Mi boca exclamó un pequeño sonido de satisfacción al escucharla. Mis manos buscaron en el interior de su camisa y encontraron su sujetador, comenzando a amasarlo por fuera.
-Sabes que me encanta que seas así de sucia expresando tus deseos.
Su respuesta fue un ronroneo que subió de volumen cuando aparté aquella prenda y pude acceder directamente a sus pechos. Su forma era circular y rosada, con aureolas grandes y tentadoras de chupar durante horas. Tenían el tamaño perfecto para agarrarlos con mi mano por completo, y no tarde mucho en hacerlo. Empecé a amasarlos, utilizando ...