Cena de trabajo
Fecha: 20/01/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... estalló la bomba. Isa vive lejos de Barcelona y preguntó al aire si podía quedarse a dormir en casa de alguien. Una de las compañeras ofreció su sofá… y yo dije la locura: “en mi casa tengo una habitación de invitados”. No dudó y optó por venir conmigo.
Para curarme en salud, ya que no es muy normal que tu mujer se encuentre a otra mujer durmiendo en casa, le mandé un mensaje avisando. Ella estaría durmiendo, pero ya lo vería al despertarse al día siguiente.
Cogimos un taxi hasta mi casa y fuimos hablando tranquilamente, como si nada hubiera pasado durante la noche, como si no hubiéramos estado jugando ni hubiese ocurrido el episodio del lavabo.
Llegamos a casa, haciendo el mínimo ruido posible para no despertar a mi chica. Y le ofrecí tomar la última. Ella aceptó tomar una cerveza compartida entre los dos, así que la serví y nos sentamos en el sofá.
Estábamos callados, sentados en el sofá, y tras un par de sorbos aproveché la excusa de que se veía su ombligo con un piercing para romper el hielo. “Me gusta tu piercing”, le dije mientras lo acariciaba. Ella me miró sonriendo, así que volví a acariciarlo, jugando con él. Y en una de las pasadas de mano, de manera totalmente involuntaria mi dedo entró medio centímetro en su pantalón (tipo chándal, rollo hip hop). “Uy, perdó”, le dije. Y su única respuesta fue otra sonrisa manteniendo su mirada fija en la mía.
Y de perdidos al río… posé mi mano en su vientre y lo acaricié. No hubo negativa. Así que me acerqué a ...
... ella buscando sus labios con los míos. Y los encontraron. Un pico, luego otro, y finalmente abrió su boca buscando mi lengua. Literalmente empezamos a comernos la boca. Mi mano subió hasta su pecho y lo acaricié sobre la ropa, duro, del tamaño perfecto… para volver a bajar y posarse entre sus piernas. Nada más notar mi mano, sin dejar de besarme, separó sus piernas en una clara invitación a que la acariciara. No dudé en posar la palma entre sus piernas y acariciar su raja sobre su ropa, al tiempo que ella posó su mano sobre mi más que duro paquete.
Fue entonces cuando reaccioné… mi mujer a escasos metros durmiendo… y aunque me costó, separé mi boca de la suya.
- Espera, mi chica nos puede oír. Vamos a otro sitio.
- Donde tú digas fue toda respuesta.
Tras sopesar un momento las opciones me vino la mejor que tenía en ese momento, así que le propuse bajar al coche, ya que el parking está en el mismo edificio y se llega por el ascensor. Ella accedió, y sigilosamente salimos del piso. Una vez en el ascensor no perdí el tiempo y volví a besarla mientras mis manos no dejaban de coger su culo, acariciarlo, y dejar que mis dedos se deslizaran entre sus piernas. Le reconocí que llevaba toda la noche buscándola, y que la tenía a mil, y ella sólo respondió con una buena apretada de paquete.
Una vez en el parking abrí la puerta trasera y dejé que entrara, para después entrar yo y cerrar la puerta. Una vez dentro volví a besarla con ganas, ya sin miedo de ser pillados, a la vez ...