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Luisa, el placer del dolor
Fecha: 08/02/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... refrescante en las nalgas. Me gustaba. Se colocó sobre mi y metió su polla en mi culo. Me cogía del pelo y tiraba de mi cabeza hacia atrás. Me daba palmadas fuertes en las nalgas y me obligaba a gemir como si me gustase. Sollozaba un poco para protestar por la humillación, pero le obedecía. Me pellizcó los brazos y la cintura. Hacía daño de verdad, pero eché de menos esa sensación cuando paró.” - ¿Así que has descubierto que eres masoquista? “No. Yo no soy masoquista. A mi me dolía de verdad. Y no me interrumpas. Volvió a darme la vuelta y me golpeó con el látigo. Lo hacía con fuerza. Me escocían los latigazos. No me atrevía a protestar para que no me diese más fuerte. Me espachurró las tetas hasta hacerme daño. Tocó algo en las pinzas de los pezones y me apretaban un poco más. Me dolían, pero era un dolor extraño. Soportable. Me obligaba a respirar profundamente y me generaba unos fogonazos en las entrañas que me hacían lubricar a raudales. Me dio bofetadas muy humillantes mientras me decía que si lloraba no me dejaría chuparle la polla. Al final, me la metió hasta la garganta y me produjo arcadas. Se enfadó al ver que estaba empapada de flujo. Me puso dos pinzas en los labios del coño cogidas con una cadena. Tiraba de ella de vez en cuando. Pero más que dolor, me daba un gusto extraño, como en los pezones. Volvió a golpearme con el látigo. Lo hacía con más fuerza que antes. Me escocía. Me estaba haciendo pequeñas heridas. El placer me inundaba cuando dejaba de ...
... darme los latigazos. Me aplicó una crema en donde se me habían abierto heridas. Supuse que era la misma que me había aplicado en la espalda.” “Se colocó de rodillas delante de mi. Entre mis piernas. Pensé que me la iba a meter, pero cogió la cadena de las pinzas y tiró. Metió el mango del látigo en mi coño. Me emboleaba suavemente hasta el fondo. Era un mango fino pero largo. Lo metía hasta que topaba con el cuello de mi útero. Lo hacía tan suavemente que me daba mucho gusto. Tenía miedo de correrme y que volviese a golpearme.” “- Te doy permiso para que tengas todos los orgasmos que puedas – me dijo” “ A partir de ese momento, me vino uno tras otro. Tenía el coño que parecía un uns fuente. Me abrasaba por dentro y me corría una y otra vez. O quizá era un solo orgasmo muy largo, inacabable. Me asusté. Estaba a punto de perder el conocimiento. Gemía sin parar para soportar el placer y para incrementarlo con mis propios sonidos. Afortunadamente sacó el mango y mis flujos disminuyeron su caudal. Mis entrañas continuaban convulsionadas. Ardían. Cualquier roce en el coño hubiera desatado un nuevo torrente. Colocó su polla ante mi cara y se masturbó. Me llenó la cara de la lechaza viscosa. Olía fuerte. Me había caído sobre un ojo, en la nariz, la mejilla, la oreja. La recogía con un dedo y me la iba poniendo en los labios. Ordeno que me la comiera.” “Me dejó tranquila nos minutos. Miraba y sonreía. No decía nada. Después de un buen rato me quitó las pinzas. Me desató y me ...