Historia sexual
Fecha: 09/02/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Danino, Fuente: CuentoRelatos
Trabajaba con Francisco (mi tío) en la parte ferretería y su esposa, Zulema, en bazar. Me asignaron una habitación muy cómoda y estaban conformes con mi dedicación. Pasaron 2 años y una tarde, a mi tío Francisco, le dio un ataque de presión y por consecuencia una hemiplejia que desencadenó en su muerte 3 semanas más tarde.
Zulema decidió no perder la buena clientela y prestigio del negocio y seguimos dedicados a lo que ambos conocíamos muy bien. Estuvo deprimida unos meses y poco a poco fue aceptando la realidad. Era bastante más joven que tío Francisco, él tenía 54 años y ella cuando él falleció, tenía 37. Hoy ya pasaron 2 años y el negocio funciona muy bien.
Zulema es una mujer muy bella. Tiene cabellos castaños, ojos claros y un cuerpo muy atractivo. Unos pechos firmes, cintura y caderas armoniosas y la cola paradita y llamativa. Muchos proveedores por los pedidos querrían conversar con ella, pero los deriva conmigo, ya que no le gusta soportar lances y requiebros.
Un día antes de cerrar, me dijo:
-Bebé, cuando terminemos hoy, tengo que hablar con vos un asunto personal (estando en intimidad, me solía llamar "bebé").
-Cómo no, señora Zulema, como Ud. diga. -contesté. (Siempre le había tratado de Ud. y con respeto a pesar de admirar su cuerpo y figura y alguna oportunidad me había masturbado pensando en ella).
Con mis 20 años, ya cumplidos, tenía alguna aventurita de vez en cuando. Noté que no le caían bien mis salidas a Zulema y dudaba que el tema a ...
... conversar, fuera relativo a mis aventuras extra laborales.
Después del trabajo, por la tarde, mientras hacíamos las cuentas diarias, en el comedor diario, tomábamos mate con alguna tostada, mientras se preparaba la cena. Ese día, hacía calor y Zulema había cambiado su ropa, por un vestido liviano y corto para estar cómoda en la casa.
-No sé cómo encarar el tema -me comenzó diciendo- pero lo he pensado mucho y debo animarme a decírtelo, bebé.
Decía las palabras con la cabeza gacha y entrelazaba nerviosa las manos en su falda. Yo estaba sentado a su lado y apoyando mi mano en las suyas le dije:
-Señora Zulema, nos conocemos bastante para poder conversar lo que quiera.
-Siendo franca, te diré que envidio la relación tuya con las amigas que tienes. Yo desde que falleció Francisco -dijo avergonzada- no he tenido ningún desahogo espiritual y menos aún físico. Quizás estoy comparando mi forma de vivir con la tuya. Espero no ofenderte con esto, bebé, tú eres joven y como soy grande, no puedo aceptar un extraño para compartir mis tiempos. A veces deseos me impulsan tanto que me sonrojo pensando en vos.
-A mí me pasa algo parecido con Ud. Zulema. No puedo decirle lo que siento, porque no quiero ofenderla. -le dije- son amigas que trato de no compararlas con Ud., querría poder expresar mis sentimientos más intensos. Si le dijera algo que...
-¿Qué me querrías decir, bebé? -me interrumpió.
-Hubo ocasiones en que me masturbé pensando en Ud. -dije en un exceso de ...