Tres envites
Fecha: 25/03/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... paseando entre la gente ...con tus braguitas en mi bolsillo, y recordando lo que había sucedido una hora antes, la situación me ponía...¿qué era aquello sino morbo puro?
—Dime situaciones que te resulten morbosas....
Y te conté lo que en ese momento estaba pensando acerca de dónde estaban tus bragas y de saber que ibas sin ellas. Y te hablé también del morbo de practicar sexo con el riesgo de ser sorprendidos, como por ejemplo, lo que había sucedido un rato antes...
—Te estás poniendo ¿verdad?...
Y acompañaste tu pregunta con una rápida palpación de mi bragueta para comprobar como, la dinámica de la conversación me había traído una nueva erección....
—Yo también ... cosquilleos por aquí abajo...y húmeda —de nuevo tu sonrisa maliciosa...— Venga....atrévete...¡sé valiente!....
¡Cómo sabías provocarme! Me detuve. Te cogí por los hombros. Te miré fijamente a los ojos. Leí en ellos tu deseo. Y te besé. Despacio primero. Saboreando cada milímetro de tus labios. Recorriéndolos con los míos. Humedeciéndolos con mi lengua. Y te abracé. Hasta quedar fundido contigo, con tu cuerpo, con tu boca. Con toda tú. La gente seguía charlando mientras tomaba sus copas en aquella terraza, sin prestar demasiada atención a nuestro abrazo. Miré alrededor y, a unos pasos nuestros, vi un hueco entre dos gruesos árboles, a unos metros de las mesas de la terraza, en el que había una jardinera con un ancho reborde de piedra. Te llevé hasta allí y, suavemente, te empuje hacia dentro con ...
... mi cuerpo, hasta que tu trasero quedó apoyado en el enorme macetón. Te abracé de nuevo y reanudamos el beso. Allí dentro, escuchábamos el bullicio de la gente de la terraza, pero el tronco del árbol y las plantas que circundaban las mesas, en la oscuridad, impedían que nos viesen. Únicamente si alguien pasaba por delante del hueco, podría hacerlo. Nos besamos con pasión. Mis manos recorrieron tus piernas, tus caderas, tus nalgas. Palpé y palpé tu culo por encima del vestido, recreándome una y otra vez en su suavidad y tersura...y en comprobar la ausencia de tus bragas, de aquel delicioso regalo tuyo que ahora estaba en mi bolsillo.
Te apretabas contra mi. Suspirabas. Jadeabas. Me hacías evidente tu excitación y tu deseo. Acariciando tus muslos, fui subiéndote la falda hasta llegar a tener la piel y la dureza de tu trasero desnudo atrapadas en mis manos. Te acaricié, recorriendo tu culo entero hasta entremeter mis dedos entre tus glúteos y notar tu coño rebosante de humedad. Mis manos se perfumaban en tu sexo. Tú me mordías el cuello. Y seguías jadeando y ronroneando en mis oídos. Con tu falda totalmente subida, te tomé por las caderas y te levante hasta sentarte en la piedra del macetero. Y seguí besándote. Los labios, la barbilla, el cuello...te estremecías y te estremecías, sensible a mis caricias. Besé cada centímetro de tu cuello. Bajé por tu pecho...y seguí bajando mis besos hasta llegar a su final, besando tu vientre...al encuentro de tu sexo ...
Me esperabas allí. ...