1. La prueba de una aventura


    Fecha: 09/04/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... un muchacho muy dulce; era músico, me componía letras, canciones; cuando hacíamos el amor, él, se diría, se posaba sobre mí, como una mariposa, me susurraba al oído mientras me montaba, yo le sujetaba las nalgas y lo apretaba, le marcaba el ritmo, pues él se extasiaba mirando mi rostro y nunca me ponía a punto para el orgasmo: se sacudía lánguidamente cuando se corría y me llenaba de besos; no puedo decir que no me gustara, pero una, en fin...".
    
    Carmen, entonces... has tenido orgasmos, ¿verdad?
    
    "Pocos, sí, y a mi edad, que rozo la cincuentena, ¡ay!, pero ayer..."
    
    Ves, Carmen, a través de una emoción, el orgasmo, resurge la memoria.
    
    "Sí, sí, ayer, me acuerdo, fue...":
    
    "Fui a la playa, como todas las tardes. Puse mi cesta en la arena, me saqué el vestido por la cabeza, extendí la toalla y me tumbé bocarriba sobre ella. Ah, qué tranquilidad, a esa hora, en la que apenas hacía calor, y tan poca gente había, el murmullo de las olas..., ah; cambié de posición y me senté; tengo las tetas grandes, carnosas, y, como me apretaba el sujetador del bikini me lo quité; las tetas cayeron grávidas, libres; luego cogí el paquete de cigarrillos de la cesta, saqué uno y lo encendí; después de fumar, fui a darme un baño corto en el mar; y fue cuando salía que me fijé: un muchacho joven, musculado, moreno y de pelo rizado me estaba observando; no puedo negar que en ese momento me sentí especial, pero también pensé que quizá el muchacho estaba mirando otra cosa, así que giré la ...
    ... cabeza hacia atrás, aunque sólo vi un barco, muy lejos; sí, sin duda me miraba a mí; me doy cuenta de que el tamaño de mis tetas es llamativo, no obstante el muchacho parecía estar mirándome a la cara; volví a sentarme en la toalla, encendí otro cigarrillo".
    
    Aurelio avanzó unos pasos hasta llegar a la posición de Carmen. "Hola", dijo, "¿no me conoces?" Carmen, sorprendida, dijo: "No"; "No, claro", dijo Aurelio, y se sentó junto a Carmen. "Tú eres Carmen, la ex esposa de Ramiro", afirmó Aurelio; "Sí, pero tú ¿de qué me conoces?", preguntó Carmen; "Soy Aurelio, el hijo del por entonces jefe de Ramiro, me traías caramelos cuando ibas al restaurante a ver a tu marido, ¿te acuerdas?, supongo que por hacer la pelota a mi padre", rio Aurelio; "Ahora caigo, ¡oy, hijo, cómo has crecido!", rio Carmen; "La última vez que te vi yo tenía catorce años, te separaste, no volviste más"; "Debes comprender que..."; "Te eché de menos". Esta última frase salió tan de dentro de Aurelio, y fue pronunciada con tal solemnidad, que a Carmen se le transformó el rostro; notó una especie de reclamo en el uso, un algo trascendente, algo que tenía que ver con un profundo deseo. "Oye, Aurelio..."; "¿Me das un cigarrillo?".
    
    Carmen tendió el cigarrillo a Aurelio y le prendió lumbre. Aurelio se tumbó de costado en la arena, cara a ella, sin dejar de mirarla. Carmen no tardó en seguir su ejemplo. Ambos se miraban. Carmen reconoció los rasgos de aquel joven que hace tiempo la miraba de la misma manera; ...