1. Aniversario en un bar


    Fecha: 30/05/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Maraescribe, Fuente: CuentoRelatos

    Hola somos una pareja joven de 30 años.
    
    Ese día nos fumamos un porro, mi esposo y yo queríamos celebrar nuestro aniversario, un poco de música, algunas cervezas frías y mucha afinidad.
    
    Llevaba una falda con medias negras y liguero, el toque sutil de las braguitas de seda blancas, me gusta que se marque los labios de mi vagina, cubriendo solo una pequeña parte de ella. Si alzabas la falda se dejaba ver el tatuaje que llevaba con orgullo en mi entrepierna, una blusa transparente donde se podían ver los pezones, son gruesos y grandes, con el frío más, mis tatuajes, mi torso, espalda, en medio de mis tetas estaban unos lunares que a mi esposo le enloquecían. Cabello suelto y nada de maquillaje, así me veía esa noche.
    
    Él se reía, jugaba con mi boca, me tomaba fotos, un jean ajustado y camiseta azul, una candonga en su oreja, tatuajes y brazos marcados, su pene sobresalía entre su bóxer y su pantalón, pura poesía.
    
    Caminamos en búsqueda de un bar, donde pudiéramos hablar, reír, o jugar...
    
    Llegamos a "Marco Polo" un barcito de buena música, con un balcón medio oscuro, donde puedes ver la ciudad, ahí solo hay dos mesas y unas cuantas sillas, unas velas y un olor a sudor que te excita.
    
    Sonaba una de reggaetón cuando entramos, eran las 9 de la noche y hacía frío en las calles, soplaba el viento y el hielo se metía entre mi falda y las medias, un roce con mi pecho y mis pezones se ponían firmes, mi boca temblaba y mi cabello se alocaba un poco.
    
    El, me tomaba de ...
    ... la mano, están calientes como su pene, lo sabía por su mirada, es sutil, sensual, fría, penetrante, así mira cuando tiene ganas de follar, y ese día, lo quería, deseaba mi cuerpo, me lo había dicho mientras me vestía, y con sus ojos recorría cada pliegue, lunar, curva, como si estuviera haciendo fotografías mentales.
    
    Reíamos por todo, los placenteros efectos del porro, nos hicimos en el balcón, en la mesa de la esquina, la más alejada de todo, perfecta para nuestra celebración, silenciosa, con vista a la ciudad, oscura, romántica, sencilla, como nosotros y nuestras ganas de tocarnos.
    
    Pedimos un par de cervezas frías y brindamos apoyando la jarra en la mesa, para que no falte el sexo.
    
    Sentía cosquillas en mi vagina, quería sus dedos, su lengua sobre mí, me sentía excitada... otro delicioso efecto del porro y de mi perfecta compañía.
    
    Me acerqué un poco a él, rocé su pierna con mi mano, subí un poco su camiseta, metí mi mano para tocar su espalda, lo arañé despacio y lo besé, duramos segundos, hasta que su lengua cambio el ritmo, me lamió y se deslizó al cuello, me beso tan suavemente que sentía sus latidos dentro de mí.
    
    Metió su mano entre mis piernas, sus dedos fríos buscaban afanadamente bajar las medias y encontrar las bragas... suspiraba, gemía en silencio, le ayudé un poco sentándome en la mesa para que tuviera más libertad, mis medias llegaron hasta las rodillas, sus dedos hasta el fondo de mi vagina. Me miraba, ansioso, alegre, morboso, era el rincón ...
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