Madre soltera busca trabajo
Fecha: 14/06/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
Tocaron el timbre y fui a abrir. Era Laura, una vecina del mismo edificio. Muy guapa, debo decir, me encantaba su belleza latina que no desmerecía pese a tener ya dos hijos.
Lo primero que me dijo al abrirle la puerta fue que si me interesaba que mi hiciera la limpieza del departamento.
—Ah, pero si vienes bien preparada —le dije al ver que traía todos los utensilios de limpieza en las manos.
Luego cometí la torpeza de señalar lo obvio: ella estaba en una situación difícil con respecto a su economía familiar y hacía eso con tal de lograr algún ingreso. Se lo señalé e inmediatamente me di cuenta de mi estupidez. Debí simplemente aceptar y no decir pendejadas, pero ya lo había hecho, así que ella sólo sonrió y asintió.
Ya hacía días que había notado que el esposo de Laura no se le veía más por ahí, por lo que había supuesto que la había dejado.
Era evidente que Laura se había quedado sola con sus hijos. De seguro el muy cabrón del marido no le pasaba la pensión alimenticia.
Después de darme cuenta de mi pendejada, al ponerla incómoda, la invité a pasar.
Imaginé que ofrecer esos servicios a un vecino de por sí le podría parecer un tanto vergonzoso. Sé que no tenía nada de denigrante pero comprendía su situación.
Le indiqué que podría empezar por donde quisiera, ya sabrán, siendo yo soltero y a esas horas la sala, el comedor y la cocina eran un total desastre. Había suficiente quehacer para que ella se dedicara toda la mañana.
Se puso manos a la obra ...
... mientras que yo abrí mi compu. En realidad no pude trabajar en ella, sólo de verla trabajar me distraía. Es que tiene un culazo bárbaro que no dudé en admirar, aprovechando que la tenía ahí, pa’ mí solito. Cada que se inclinaba a recoger algo agradecía por mi suerte.
Mientras la veía realizar limpieza pensé que era una tristeza que una mujer tan buenota tuviera que ir de puerta en puerta ofreciendo esos servicios. Platiqué con ella y me confirmó que su güey la había dejado. Traté de ser empático sobre su situación y le dije que su marido era un irresponsable por no hacerse cargo de los gastos.
Así continuamos conversando tratando siempre de brindarle confianza. En eso se me ocurrió una idea. Le ofrecí una cantidad económica para que se ayudara en sus gastos. Por supuesto ella se resistió a aceptarlo de buena gana. Ya saben, por decente. Yo, sin embargo, insistí comentándole que no lo tomara a mal. Bien podría considerarlo un préstamo. Una vez mejorara su situación me podría devolver y listo.
Le dije que no estaba dispuesto a permitir que una mujer tan buena y tan hermosa pasara penurias sin necesidad. Le enfaticé que las mujeres como ella se merecen el cielo por ser bellas, a pesar de todas las labores diarias, en particular al cuidar de los hijos. Digo, los hombres debemos de reconocer ello pues la mayoría tuvimos madre, ¿no?
Ella se rio del comentario y aceptó el dinero que le ofrecía.
Minutos más tarde ya estaba por acabar con la sala, y por tanto con todo el ...