Los secretos del guardia
Fecha: 17/06/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Dulce Adicción, Fuente: CuentoRelatos
Todo comenzó hace un tiempo atrás cuando abrí una nueva cuenta de Twitter, pero esta vez para usarla de una manera diferente. Hace un tiempo descubrí que me gustaba mostrar mi cuerpo más de la cuenta, que disfrutaba subir partes de mi cuerpo y que me adularan o me dijeran las cosas sucias que me harían. Es por eso que en esa cuenta decidí hacer un cambio y subir fotos y videos de mi cuerpo, distintas poses, distintos ángulos y de varios modos. Obvio, constantemente conocías gente, pocas me atraían, hablaba, dejaba en visto, ignoraba.
Hasta que apareció Sebastián, él fue la primera persona que prefirió charlar en vez de mandar la foto de su miembro.
Hablamos mucho tiempo, nos describimos. Él 44 años, 1,86 m., corpulento, morocho, calvo, y una verga que no tenía nada que envidiarle a nadie.
A mi me conocen, 27 años, curvilínea, 95 de tetas, bastante cola, morocha.
Hablamos por semanas, nos calentábamos y nos dedicábamos videos, fotos y gemidos. Como también hablábamos de cosas cotidianas de la vida. Sebastián velaba un club deportivo por la noche, se encargaba de los arreglos y la seguridad.
Me acuerdo que con tanta charla, develamos lo que nos gustaba. Le contaba en una de las tantas charlas lo mucho que deseaba que me hiciera lluvia dorada, que me pegara y sometiera. Le agradó la idea. Pasábamos horas hablando de todo, de lo que lo deseaba, de lo que me imaginaba besándolo y que me cogiera.
Él era casado, y el hecho de hacer a la mujer cornuda me ponía a ...
... mil mucho más.
Un día él estaba trabajando y yo en casa aburrida, su trabajo no quedaba tan lejos de mi casa por lo que le mandé mensaje comentándole la loca idea. Aceptó, dijo que no tenía ningún problema, que él trabajaba sólo y nadie vigilaba.
Comencé a arreglarme esperando que me envíe la ubicación exacta, me duché y me depilé por completo, amaba sentir mi piel suave, me maquillé, y decidí ponerme un conjunto rojo eléctrico con una tanga súper pequeña abajo de un jean estilo calza, bien pegado al cuerpo y arriba una camisa con bastante escote.
Cuando llegó la dirección le mandé un mensaje que ya salía para allí.
Media hora después llegué, el primer encuentro, más que nervios me provocó calentura. Bajé del taxi y me esperaba en la entrada de un inmenso predio rodeado de oscuridad y a la lejanía se notaba una oficina iluminadísima. Nos saludamos, la buena onda se hizo evidente con la primera mirada, parecía que nos conocíamos de años. Le pregunté y me comenzó a contar sobre su trabajo y la soledad en él.
Recorrimos un poco, el miedo también recorrió el camino hasta llegar a aquella, vista de cerca, inmensa oficina iluminada. Me hizo entrar primero, atrás mío cerró la puerta él. Me indicó donde dejar mi bolso y me senté a un lado de él. Seguimos hablando hasta que salió el tema de los mensajes eróticos que nos intercambiamos, hablamos de los deseos sexuales de cada uno hasta que al mirar, noté aquel negro pantalón de trabajo erguido en la entrepierna y con ...