Participamos los cuatro
Fecha: 23/06/2022,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Empieza la noche tranquila y calurosa, en la terraza de un bar saboreo un café largo con mucho hielo.
En la mesa contigua hay una pareja muy acaramelada, que aprovechan entre cucharada y cucharada de helado para darse besos de una forma exageradamente empalagosa. Les acompaña otra chica que luce unos "morros impresionantes". No cabe duda que algo no está saliendo a su agrado o que le han dado plantón.
De vez en cuando se queja a la pareja que le acompaña. Ellos tratan de contentarla, y en cuanto se tranquiliza, ellos vuelven a sus besos y caricias como si estuviesen solos en el local.
Veo como la chica le pone la mano sobre el pantalón y él enardecido se lanza a darle más y más besos. De nuevo la chica sin pareja les interrumpe, ese proceder debe resultar de lo más fastidioso, pienso para mi.
Discuten entre ellos tres. El chico se levanta cabreado y se va al lavabo, le sigo, creo que sabrá apreciar mi ayuda.
Mientras meamos le hago un comentario sobre lo guapas que son sus amigas. Enseguida responde a la invitación y me cuenta su problema. Un amigo suyo le ha plantado y le ha dejado tirado con las dos chicas de afuera. Una está loquita por sus huesos y la otra esta loquita por fastidiar la noche por haberse quedado sola.
Le propongo que me presente como amigo suyo y así poder sustituir al ausente. Duda un instante, pero nada más imaginar lo que puede ser no tener la pesadilla de la amiga encima, le hace decidir afirmativamente.
Dadas las circunstancias ...
... tengo una entrada triunfal. La pareja puede, por fin, dedicarse a sus cosas, y la amiga, Luciana empieza a olvidar el enfado.
Pasada media hora, la pareja está a punto de derretirse ante tanta calentura, y están deseando cambiar de aires. Les propongo que vengan a mi apartamento.
Los tres se sorprenden de mi disponibilidad, pero les pica la curiosidad y aceptan. Al llegar nos tomamos otra copa y el chico me pide que le deje utilizar una habitación. En el rincón, su pareja me mira con ojos suplicantes para que acepte y puedan echar un buen polvo. Creo que una oportunidad así no se les presenta cada día y no voy a ser yo quien la estropee.
Un par de minutos después de cerrar la puerta tras de sí, empiezan a oírse los ruidos propios de un polvo apresurado y poco sofisticado. Ella gime de forma exagerada.
Mientras, Luciana y yo, vamos mucho más despacio y nos vamos calentando lentamente. Empezamos por contarnos confidencias más o menos picantes y luego alguna fantasía morbosa.
Nos besamos y nos dedicamos tiernas caricias. Poco a poco nos vamos desnudando y voy descubriendo sus puntos más sensibles y su poderosa sensualidad.
Nos revolcamos encima del sofá, buscando la postura que nos permita las caricias más delicadas y también las más atrevidas. Ella solo tiene puesta una diminuta braguita tipo tanga de color negro que estoy deseando arrancar de un tirón.
Al principio se resiste un poco, pero después de pasar repetidas veces mis dedos por encima de la braguita, ...