1. Su polla de ébano dentro de mi rosada vagina


    Fecha: 30/07/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos

    Todos los veranos me suelo perder sola en una cala muy poco conocida, donde me gusta bañarme sin que haya miradas indiscretas, sentir la caricia del viento sobre mi cuerpo desnudo, las caricias del agua sobre aquellas partes siempre ocultas, es una cala pequeña de apenas seis metros y de las paredes del acantilado a la orilla de aguas cristalinas tan solos tres metros, las paredes de unos veinte metros de altura casi verticales que te esconden del resto de la gente, solo un camino pedregoso y de difícil bajada lo separan de una carretera en medio de la nada.
    
    Bronceada por el sol mi, sentada en la orilla el agua me cubre no más de la mitad del muslo y las olas van ahogando mi sexo, mojando mi vello cada vez que llegan amansadas después de haber roto sobre mis pies, algunas pocas gotas caen nuevamente al mar llenándole con mi deseo al desprenderse de mi sexo hasta la próxima ola, la melena mojada por mi espalda y mis manos acariciando mis pechos duros, quitando el exceso del agua al haberme zambullido, en la cala como siempre sola, ni un alma, solo el sonido de las olas al batir en la orilla, el sonido de las cigarras y el piar unas pequeñas aves que revolotean en un cielo azul libre de nubes blancas, pero hoy por el camino de difícil acceso a la cala un hombre empieza su descenso.
    
    Salgo presurosa del agua y me pongo un pequeño vestido de playa prácticamente transparente atándolo a la cintura y me siento nuevamente en la arena, el hombre se acerca irremediablemente a ...
    ... mí, es un hombre muy guapo de raza negra, por debajo de una camisa blanca abierta puedo ver su cuerpo con unos músculos bien esculpidos, labios carnosos, ojos azules y con poco pelo, lleva una toalla en la mano derecha y un libro en la izquierda, un bañador de nadador que permite ver un bulto considerable debajo de él, sus muslos y piernas son una tentación, una invitación a mirar.
    
    -Buenos días, un buen día para bañarse. -Me saluda con una enorme sonrisa blanca,
    
    -Buenos días. -Le respondo cordialmente.
    
    Estoy casi al final del acantilado mirando como extiende la toalla, deja el libro sobre ella y se va quitando la camisa blanca dejándome ver su espalda igualmente esculpida por los mismísimos dioses del olimpo, una espalda ancha con unos trapecios y dorsales bien definidos, aunque tapados por ese mini bañador de color rojo, observo unos glúteos redondos y duros, la verdad que era un hombre espectacular, guapo a más no poder y un cuerpo envidiable.
    
    Mientras él se metía en el agua, yo me incorporaba poniéndome de pie y le miraba con deseo, mordiéndome los labios inferiores y sintiéndome tremendamente excitada, su piel negra mojada y reluciente por el sol hacía de mis delicias, sus bíceps y tríceps dispuestos a desmontar mi resistencia, las olas golpeando sus abdominales y yo no podía más que mirarle apoyada en la pared del acantilado, con mis manos jugando con la cinta que ataba mi vestido, hasta desatarlo, hasta que mi vestido se abrió dejando ver mi cuerpo, mi sexo y ...
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