Sexo en el Infierno
Fecha: 07/09/2022,
Categorías:
Anal
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Al entrar, un negro rapado y corpulento embutido en un traje dos tallas menor a la suya me saludo serio e indiferente. Estaba sentado en un taburete medio engullido por su enorme trasero. Tenía cara de pocos amigos, el Tyson a su lado me hubiese parecido mi Ángel de la guarda.
Al traspasar el portón de acceso a la sala, la música salió a recibirme gritona y eufórica, sobrepasada de graves pero alegre, salsera y caliente. Inevitablemente sentí la conexión inmediata con el ambiente, el local estaba petado de fulanas, había más de cincuenta putas en aquel lupanar.
Pude ver tres zonas de barra, pero me dirigí a la más alejada y esquinada, buscando la forma más discreta de tener el control de la sala con un buen campo de visión.
Al pasar, las chicas debieron de darse cuenta de que era nuevo por estos lares, así que me dijeron de todo para llamar mi atención, a cual más vulgar y grosera, chistaban y vociferaban sentadas desde sus pequeños tronos en hilera, todos pegaditos a la pared como piojos en costura.
La mayoría “vestían” con tanga y top, otras iban con brillantes y ceñidos vestidos de licra, y las mas putas de todas, con ligueros medias de costura y corpiño, con las bragas abiertas por donde asomaba la rajita.
El camarero que era sin duda un garrulo lugareño iba vestido de media etiqueta, con chaleco negro, pajarita y camisa blanca.
Se me acerco amablemente gesticulando como el que interpreta un guion; y me pregunto qué es lo que deseaba beber. Yo le pedí ...
... un Barceló con Coca-Cola y sin perder el tiempo, cogió un posa vasos apoyo la copa encima y rápidamente la peto de hielo. Volcó la botella de ron desde lo alto, exhibiendo un chorro generoso y continuo el cual interrumpió a la orden, cuando levante mi mano.
Termino de rellenar el vaso vaciando el botellín de coca cola en su interior con movimientos circulares y precisos que remato con una cucharilla mezcladora que introdujo dando tres golpes secos y certeros en la base. Me cobro en el acto. Sin charlas. Sin esperas. Sin miradas, volviendo de inmediato al centro de la barra. Tedioso y seguro como un soldado en su puesto de guardia. Volviendo a la zona donde nunca ocurre nada y sobre todo guardando la distancia y discreción del “yo a usted no le conozco de nada”
Cuando fui a coger la copa note una mano que me acariciaba el pantalón a la altura del pene, me di la vuelta y era una prostituta negra, me miraba fijamente, con una mueca que debía ser una sonrisa, su presencia repentina fue como una aparición y me coarto la posibilidad de poder observar tranquilamente desde mi escogido rincón y disfrutar de mi copa y mientras contemplar los rituales y movimientos de las putas en acción para dar caza a los parvos e inocentes puteros.
Mira que nunca me han atraído las negras, pero el caso es que tenia las tetas como melones, se podían distinguir por la camiseta que no llevaba sujetador y se le transparentaban dos pezones tipo galleta maría, y menudo culo, ni la Valeria Marini. ...