1. La mamá de Joaquín


    Fecha: 16/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... cabeza y seguir con la vida. No podía seguir así de deprimido, y no podía ignorarme de la manera que lo hacía. Si necesitaba ayuda profesional, la conseguiríamos.
    
    Miré a través de la mirilla de la puerta. Pitu, con gesto turbado, todavía estaba afuera, como esperando a que cambie de opinión y lo haga pasar. Estuvo ahí por varios minutos, hasta que lo vi mover los labios, con gesto furioso, y hacer un movimiento con la mano, para después irse.
    
    Me sentí aliviada. Y más aún, me sentí liberada.
    
    Pero aun así, mi cuerpo seguía necesitando lo que necesitaba. No pude evitar excitarme al imaginar lo que hubiese pasado si simplemente hubiera abierto el portón. Me recosté sobre el sofá y llevé mi mano a la entrepierna. Mi sexo estaba increíblemente lubricado.
    
    Me fui puteando. La conchuda resultó ser una calientapijas. Otra vez me iba a tener que matar a pajas pensando en ella. O de última le iba a decir al tío Omar que me invite a una de esas paraguayitas que se suele comer. De lo que estaba seguro era que no me iba a encamar con ninguna pendeja de la escuela. Lo que quería era una mujer.
    
    Pero a mitad de cuadra frené. ¿Y si le insistía? Si fuese otra mina no volvería a dirigirle la palabra en toda la vida, por histérica. Pero tratándose de ella, mi cabeza empezó a laburar a mil por hora. La mina tenía onda conmigo, que no me venga a chamuyar ahora con eso de que no quiere complicaciones y no sé cuántas boludeces más.
    
    Volví hasta su casa. Le iba a tocar el timbre, ...
    ... pero seguro me iba a dejar de garpe. Entonces se me ocurrió una locura. Una locura hasta para alguien medio loco como yo. Pispeé que no me estuviera viendo nadie. Me agarré de las rejas y empecé a subir. Llegué hasta arriba. Apoyé mi culo y sentí cómo las puntas de la reja me pinchaban. Pegué un salto y caí al otro lado. Lo que se hace por amor, pensé.
    
    La puerta delantera sólo podía abrirse desde adentro. Se me ocurrió entrar por la ventana. Las persianas estaban medio bajas. Sería fácil correr el vidrio y meterme. Pero mucho lío. Primero agarré el pasillo y me fui hasta el fondo. Había otra puerta, si señor. No sabía si el marido estaba o no estaba, pero se me ocurrió que si estuviese, sería lo primero que me hubiera dicho. Igual ya estaba re jugado. Ya fue, que se pudra todo, pensé. Voy a encararla a cara de perro. Agarré el picaporte y abrí la puerta.
    
    El ruido me asustó. Estaba en el sofá con dos dedos enterrados en mi sexo, totalmente mojados. Interrumpí mi tarea onanística y me puse de pie. Unos pasos se acercaban desde el fondo. Ahora sí, empecé a temblar de miedo. Entraron a robar, pensé.
    
    Y entonces lo vi, acercándose como un león hambriento.
    
    —Qué hacés acá. —le dije. Sintiendo cómo el miedo a ser asaltada iba desapareciendo, para ser reemplazado por un miedo totalmente diferente.
    
    Pitu no dijo nada. Su sonrisa canchera no había asomado. Estaba serio, y parecía con una determinación irrefrenable. Di unos pasos atrás, sólo para encontrarme con el sofá, que ...
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