Jugando con negros
Fecha: 26/09/2022,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Nadar entre aguas negras y profundas o blancas y salvajes puede ser una experiencia inolvidable, más si luego zambulles en abismos inexplorados al menos por mi. Kharine vuelve a liarse entre razas y sexos en una maraña convulsiva.
Trabajaba en una fría ciudad castellana y me disponía a volver a mi ciudad por tren. Cogí un taxi con la esperanza de llegar a la estación antes de que partiera mi tren. Eran las nueve menos dos minutos cuando vislumbré la estación, pagué al taxista que sacó mi pesada maleta y me precipité al vestíbulo. En mi paseo los que allí estaban se quedaron mirándome fijamente desde que traspasé el umbral con sonoro taconeo.
Esa noche llevaba zapatos de tacón de aguja, medias de encaje sujetas , una negra falda tubo, bastante ceñida y un top negro escotado y muy ajustado que insinuaba mis curvas. Pero lo que más llamó la atención fue mi abrigo rojo que atrajo como un capote a más de uno que babeaba de ganas de estar conmigo.
Pregunté en taquilla si el tren de las nueve había pasado y me dijeron que acababa de salir y que no tendría otro tren hasta las doce pero que cogiera ya el billete pues iba a cerrar. Yo acababa de abandonar mi habitación de hotel y la perspectiva de pasar otra noche sola, no me atraía. Por otra parte, la estación estaba muy apartada de la ciudad y a esas horas no era aconsejable andar de noche así que decidí cenar en la cafetería y esperar allí hasta las doce en compañía de un buen libro.
Cuando estaba atacando mi bocadillo ...
... un hombre me preguntó algo. El hombre era joven, negro, musculoso y muy bien vestido. Le miré con sorpresa y admiración y respondí con gestos que en ese momento no podía hablar, tenía la boca llena. Cuando pude contestarle le dije "oui"
El me había preguntado si hablaba francés. El esperó a que yo acabara para seguir conversando. Yo, bastante entusiasmada por la idea de que podría practicar francés y de que aquel hombre estaba como un tren me excité muchísimo ante lo que parecía una velada memorable, y efectivamente, como veréis lo fue.
Le dije que esperara un segundo más ,marché al baño, me lavé las manos y vi que mis pechos se mostraban erguidos y mi corazón latía con fuerza.
Cuando salí me senté en un banco con él y me empezó a preguntar de dónde era, en que trabajaba, hacia donde viajaba, y yo contestaba y le hacía preguntas a su vez. Mientras él hablaba yo paseaba mis ojos por su camisa blanca abierta. Tenía un pecho ancho y lampiño, unas manos fuertes con uñas aseadas y dedos llenos de sortijas de oro, su perfume me embriagaba por momentos. Cuando yo hablaba, él también hacía su recorrido, por mi escote donde resbalaba un pequeño corazón de cristal, por mis ojos donde se detenía largo rato pero sobre todo por el borde de mi falda.
Un amigo de este chico se había alejado en cuanto yo me senté en el banco pero nos observaba, de vez en cuando, y lo mismo hacían el dueño del bar y otro hombre ataviado como ferroviario que parecían estar hablando de nosotros pues ...