La francesa
Fecha: 15/10/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... bajita, no llegaba al metro cincuenta, delgadita, rubia, con media melena, de ojos azules, de tetas pequeñas... Tenia todo pequeño, menos su belleza, que era grande. La Francesa pasaba de los treinta años y no llegaba a los cuarenta. Tenía un novio negro, de Mauritania. El tipo era de estatura mediana, llevaba gafas y tenía una cara de buenazo que tiraba para atrás.
Yo tenía dieciocho años, medía un metro setenta, y cuando ocurrió lo que voy a relatar ya tenía melena con raya al medio, largas patillas y un culo redondo que llamaba la atención cuando llevaba vaqueros, y no lo digo por fardar, más de un vez me lo tocaron en el pasillo, y cuando miraba para atrás veía a dos o a tres enfermeras sonriendo, las miraba, también les sonreía y luego me cagaba en sus muelas... Yo matándome a pajas y las muy putas no daban la cara.
Un día, la Francesa, me mandó a trabajar al Workshop, una nave muy grande donde trabajaban los pacientes más espabilados montando juguetes.
Ya había barrido y fregado el suelo y aún me quedaba más de una hora para fichar y salir. Llegó la Francesa a supervisar el trabajo. Me pilló leyendo The Sun, y en castellano con acento francés, me preguntó:
-¿Acabó, mister Garcia?
-Sí.
Con buenas palabras, y una sonrisa en sus carnosos labios, pero me amonestó.
-Mire, mister Garcia. Debe hacer las cosas con más calma, de otro modo le va a sobrar siempre tiempo, y en ese caso se tiene que poner a limpiar el polvo o a hacer otras cosas, no le pagan ...
... el sueldo por leer el periódico.
Con respeto, le respondí:
-Lo siento, me pondré a limpiar el polvo.
-Eso es lo que me gusta de usted. Otros me contestan mal, y yo, si había de reportarlos, me callo por no arruinarles la vida.
-No lo sabía, son unos desagradecidos. Les hace de intérprete cuando lo necesitan y le pagan así, la verdad es que hay gente para todo.
-Sí que hay.
-Me pongo a trabajar.
-No, no. El trabajo ya lo tiene hecho y yo estoy aburrida. Sentémonos y hablemos, pero vamos para un sitio donde no nos vean, no sea que acabe siendo yo la reportada.
La Francesa abrió una puerta con su llave maestra, encendió la luz y entramos en la oficina de los carpinteros (no tenía ventana) donde había tres sillas, una mesa una alfombra en el suelo y cuatro cosas más.
La Francesa llevaba puesta una capa verde por encima de su bata blanca y calzaba unos zapatos. Yo un mono funda blanco y calzaba unos tenis. Se sentó en una silla, yo me senté en otra, y me preguntó:
-Perdone mi curiosidad, pero me gustaría saber qué lo trajo a Inglaterra, mister Garcia.
-No hay nada que perdonar. Vine a aprender a hablar bien el inglés. Lo estudié en el instituto pero no es lo mismo leerlo y escribirlo que hablarlo.
-Sabía que no era un inculto cómo todos los que me insultan. ¿Dejó novia en España?
Me empezó a oler a aventura, y comencé a mezclar la verdad con la mentira.
-No, nunca tuve novia.
La sorpresa la hizo hablar en ingles.
-Really?! (¡¿de ...