1. Del chat a la cama


    Fecha: 23/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Sentado en medio de ese apartamento alquilado, sobre un cómodo sofá, con las piernas abiertas, yo mismo no podía creer en lo que estaba pasando.
    
    Arrodillada frente a mí, estaba Cecilia, una atractiva abogada a la que había conocido por el chat. Ella me estaba haciendo una mamada de campeonato. Su cabeza subía y bajaba mientras su boca tenía atrapada mi verga. De vez en cuando ella me dirigía una mirada lasciva mientras se dedicaba concienzudamente a su labor.
    
    Lo mejor de todo, es que la había conocido una semana atrás. Antes de eso nunca había cruzado palabra, y en ese momento la tenía completamente dedicada a proporcionarme un placer que yo pocas veces había experimentado.
    
    Pero debo empezar por el principio. Mucho antes de siquiera empezar a usar el chat como el medio de ligue más eficiente.
    
    Yo me casé joven, con mi novia de la secundaria. Giselle es una buena mujer, de buen culo y tetas atractivas. Es alta y con un sentido de la moda muy agudo. Pero en la cama es fría, en realidad es un completo desastre. Quizás la culpa es mía pues no insistí en que me haga sexo oral. De la cola ni hablar. Todos mis intentos de desflorarle el ano, han acabado en un completo fracaso. Hasta le hice un beso negro un par de veces que ella disfrutó, pero no pasamos a mayores.
    
    Como iba diciendo, me casé muy joven. Ella se embarazó y nuestros padres hicieron cuestión de estado. La boda fue apresurada para que no se note su embarazo. Nuestras familias nos ayudaron para adquirir ...
    ... una pequeña casita. Tuve que dejar de estudiar para empezar a trabajar en dos trabajos de medio tiempo.
    
    A los dos años de nacido nuestro primer hijo, ella quedó embarazada nuevamente. Con dos chamacos a cuestas, la situación se puso color de hormiga. Nuevamente nuestras familias nos ayudaron y las abuelas se turnaban para cuidar a los nietos. Así ella pudo empezar a trabajar.
    
    Poco a poco logramos una posición económica holgada. Nos compramos un auto y empezamos a disfrutar de unas vacaciones familiares.
    
    Sin embargo, en todos esos años, nuestra vida sexual pasó de rutinaria a simplemente inexistente. Para Giselle le bastaba un polvo rápido un fin de semana cada mes o cada dos meses. Mientras yo quería sexo a cada rato. Obviamente que no éramos compatibles.
    
    El divorcio no estaba dentro de mis planes. Tuve que recurrir a la masturbación y a visitar a prostitutas con las cuales tenía sexo apresurado y sin emociones. Pronto dejé de visitar los prostíbulos pues me parecían de lo más aburridos.
    
    En el trabajo empecé a salir con Nilda, una ingeniera bajita y con cara de mamona. Con ella tuve un tórrido romance que duró dos años. Empezamos a tener encuentros apasionados y sin compromiso. Pero luego el fuego se fue apagando y ella empezó a pedirme que me divorcié. La cosa se complicó y tuve que cortar con ella.
    
    Solo nuevamente, tuve que regresar a la masturbación y a visitar esporádicamente a una que otra prostituta con la cual tenía sexo sin el menor entusiasmo.
    
    Así ...
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