1. Los gemidos de las lesbianas


    Fecha: 14/06/2018, Categorías: Confesiones Autor: DarekDefens, Fuente: CuentoRelatos

    ... pego mi oído a la pared cómo un vil pervertido, haciendo de alcahueto en una relación de dos; pero es la primera vez en mi apatía que mi miembro resucita y cruzo los dedos, para que la sesión continúe.
    
    Como si algo o alguien me hubiera oído, empieza con suaves jadeos; no sé si estoy en lo cierto o no, pero confío en que la que gima sea la lesbiana femenina. Con visible nerviosismo me quito el cinturón mientras tanto contengo la respiración y la dejo salir lentamente, no vaya a ser que me escuchen e interrumpa su sesión nocturna de amor; luego me quito el botón tampoco quiero tragar no vaya a ser que digan ¿que ha sido, eso? Y la fastidiemos.
    
    Tras eso, mientras los jadeos empiezan con suaves gemidos; me bajo la cremallera del pantalón y al fin me la saco del bóxer, la agarro y la tengo como un mástil. Empiezo a movérmela al ritmo de los gemidos, que van en alza y mi paja sube a la misma velocidad; su cama empieza a golpear mi pared y la escucho arañar las sabanas, eso me pone muchísimo y tengo ganas de animarlas.
    
    - sigue, dale duro; fóllatela. - pienso para mi, como si cualquier palabra pudiera delatarme al fin y al cabo; si yo las escucho a ellas, ellas también a mi.
    
    Sus gemidos se convierten en gritos de placer, yo cierro los ojos ...
    ... para sentir más y centrarme en el oído junto a la imaginación; que es lo único de lo que me puedo guiar ahora, sus gritos cada vez son mayores y como si por arte de magia pasara... su último grito deja salir mi eyaculación, se me escapa un hmmm... lo he intentado silenciar para que no me escucharán, empiezan a hablar entre ellas y no logro escuchar lo que dicen; me separó de la pared con tremendo susto y temeroso de que llamen a mi puerta. Pero pasa un rato y no lo hacen, respiro tranquilo al darme cuenta que no pueden saber que las estoy espiando; ese "mmmh" pudo haber sido por miles de cosa eso es, me limpio el miembro me lo guardo y recojo este estropicio del suelo.
    
    - vaya hombre, ahora me siento malamente; doy vergüenza ajena, masturbándome con el amor de dos chicas que nada quieren con hombres - pienso para mi. - si me vieran seguramente les daría hasta asco. Bueno no es culpa mía, que griten tanto; que las paredes sean de papel y que no ligue nada.
    
    Mi cabeza era una guerra viva entre el angelito, el diablito y yo; no sé quién de los tres ganaría, pero como iba a mirarlas ahora cuando me las encontrara... seguramente, con otros ojos.
    
    Aunque suene triste decirlo, este ha sido el mayor placer obtenido por autosatisfacción; en toda mi vida. 
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