1. Mi mejor experiencia en Brasil


    Fecha: 02/11/2022, Categorías: Sexo en Grupo Autor: elgato1976, Fuente: CuentoRelatos

    ... su tarea de pajearme a destajo. Sus ojos se habían cerrado y se notaba que estaba disfrutando ese placer lento y paciente.
    
    De a poco fui incrementando la presión sobre su prenda íntima y mis dedos empezaron a mojarse con sus líquidos. Corrí un poco de su tanga para poder tocarla directamente. Su concha goteaba flujo de sus labios. Y mi pija había hecho lo mismo en su mano, que estaba empapada de mi líquido seminal.
    
    Mis dedos medios se ensañaron con el clítoris de Martina, que era pequeño pero estaba terriblemente duro. Le pasaba los dedos en círculos, sin mucha rapidez, pero con buena presión. Su mano con la que me había estado masturbando a ritmo constante, comenzó a fallar en su coordinación. Yo tenía a esa altura toda la mano mojada con sus jugos, y empecé a alternar las caricias, con los círculos en su clítoris y metiéndole dedos en su vulva. Martina empujaba con cada embestida, y los gemidos empezaron a oírse en toda la habitación. Le pasé un brazo por su espalda y la pegué a mi cuerpo, inclinándola de a poco para dejarla recostada sobre la almohada de mi cama. Martina abrió sus piernas con las rodillas flexionadas y por primera vez pude ver su concha. Era estrecha, de labios finos, con un pequeño bosquecito de vello en su pubis pero muy prolijamente depilada en su vulva. Los labios interiores se asomaban un poco entre los externos y el clítoris se había puesto duro y turjente, reclamando más atención.
    
    No me resistí a la tentación. Bajé mi cabeza a su ...
    ... entrepierna y besé el interior de sus muslos, su vientre, el pubis... al tiempo que metía muy de a poco dos dedos en su vagina, centímetro a centímetro. Martina pasó los brazos detrás de la almohada y la apretó con fuerza. Gemía y movía las caderas con mis caricias. Dejé de jugar en los alrededores y ataqué su clítoris con la lengua. Diez segundos después de apoyarle la lengua en su vulva, Martina arqueó la espalda, me agarró del pelo y gritó de placer con la llegada de su orgasmo. Su concha empezó a tener espasmos y liberar cantidades de flujo que yo chupaba con dedicación. Tenía la pija terriblemente dura, y sentí que nada me importaba a esa altura. Ella estaba ida por completo y yo, yo solo tenía una mínima conciencia de lo que pasaba más allá de nuestros instintos animales. Lo único que tenía en la mente era penetrar esa concha rosada, joven, pulcra, húmeda hasta chorrear sus líquidos a la cama.
    
    Fue quizás por eso que ninguno de los dos se percató de que Sofía estaba parada en la puerta de la habitación, mirándonos con una sonrisa pícara y definitivamente ebria. La botella de ron que tenía en la mano reforzaba la sensación. Tenía los ojos turbados por el alcohol y su vestido amarillo se había subido más de la cuenta, mostrando sus muslos firmes.
    
    Martina seguía con los ojos cerrados terminando de gozar su orgasmo, sin darse cuenta de nada. Yo miraba a Sofía sin saber bien qué decirle. Estábamos desnudos, yo con la pija hecha una viga y Martina con sus piernas abiertas ...
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