De mis vacaciones con la tía Bertha (Parte V)
Fecha: 07/11/2022,
Categorías:
Transexuales
Autor: Dann24, Fuente: CuentoRelatos
Todavía Ricardo estuvo charlando un rato conmigo al llegar a casa. Intercambiamos nuestros números de teléfono móvil, y el quedó en llamarme para que saliéramos a dar una vuelta. Entré al sitio donde me aguardaba la tía, con un montón de emociones nuevas para mí, porque admito que Ricardo me había entusiasmado y si, quería volver a verlo muy pronto.
Al llegar a la estancia, mi tía estaba sentada en la sala, acompañada por un hombre mayor. Debía tener unos cincuenta años, los que se le notaban por la aparición de algunas canas en su creciente barba, la falta de cabello y la formación de una redondez en su abdomen producto de no sé cuántas cervezas tropicales. Bertha me llamó cuando yo había alcanzado la cocina y me encontraba acomodando las compras en la alacena, así que acudí a ella tan pronto hube dejado la última lata en su lugar.
-Mira sobrina, te presento al señor Melquiades. Es un viejo amigo y dueño de uno de los almacenes más prestigiosos de esta localidad.
-Mucho gusto Don Melquiades- dije mientras extendía mi mano para saludarlo.
-Es un placer chiquilla- dijo él, a la vez que acariciaba mi mano, prolongando el momento de soltarla- que guapa tu sobrina Bertha. De haber sabido que tenías estás bellas visitas, me habría aparecido por aquí más pronto.
-Jaja- río mi tía con naturalidad- gracias Melquiades. Así somos todas las mujeres de mi familia. Pero ven Dany- dijo ella mostrándome el sitio de la sala donde me invitaba a sentarme.- acompáñanos a ...
... platicar un poco. ¿Gusta algo de tomar?
-Un ron con coca cola estaría bien- repuso el hombre.
-Muy bien. Danny, sírvenos tres vasos iguales por favor.
-Si tía- respondí al tiempo que me dirigí hacia la cocina. Empecé a preparar las bebidas, en lo que repasaba lo que durante ese día me había acontecido: al parecer yo no solo era bonita, sino que lucía mucho más sexy de lo que yo misma alcanzaba a sospechar. Las miradas lujuriosas de los hombres en la calle, sus frases obscenas y la forma en que indisimuladamente ponían sus manos por encima del pantalón en donde se hallaban sus penes me habían asustado pero también dado una sensación de poder sorprendente: los provocaba y esto no solo me hacía sentir muy caliente sino ansiosa. Incluso Ricardo, quien se había comportado como un caballero, habría sido tocado por mi encanto. Porque también pude notar que al disimulo veía mis piernas, mi delicada cintura y la tremenda curva que mis nalgas dibujaban a través del mini vestido.
Regresé con las bebidas en lo que la conversación entre Melquiades y Bertha se había tornado al parecer más jocosa.
-Jaja que cosas dice Don Meoqui. Quién lo viera, tan decente que se ve.
-Jaja- respondió él mientras tomaba el vaso que le ofrecí- pues uno que es hombre, ya sabrá Bertha.
-Pues si- dijo ella a la par que bebía el aguardiente y me ordenaba con la mirada que me sentará en el mismo sillón en el que el hombre se encontraba. Y lo hice, aunque me coloqué en el otro extremo. Y ella agregó- ...