La Desconocida.
Fecha: 01/12/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Se volvía a oír en las calles la alegría de la gente, de las tiendas nuevamente abiertas, del metal de las sillas de los bares y de la vida en general. Aquella mañana me apetecía un café bien cargado. Uno de aquellos cafés humeantes con su leche de avena, su esponjosa espuma, su toque de canela y su aroma a recién molido que tanto me gustaban. Uno de aquellos cafés que únicamente me servían, así como debía ser, en el café de la plaza.
Fue cruzar el umbral de la cafetería y notar el bullicio y la vibración de las conversaciones de la gente que tanto había echado de menos. Busqué con la mirada una mesa en la que sentarme para poder tomarme con tranquilidad y apartada del jaleo, aquel café tan ansiado. Sin quererlo, en aquella búsqueda mis ojos se cruzaron con los de otra mujer. Ella me estaba mirando descaradamente. En realidad, fui consciente al momento que me estaba escaneando de arriba a abajo. Noté como sus ojos recorrían mi cuerpo, examinándolo de una forma rozando lo insolente. Analizándolo como quien se cree con la potestad de hacerlo y de juzgarte por ello, ya fuere por tu físico, por tu vestimenta o por tu apariencia. La verdad es que su mirada me incomodó y al momento decidí apartar la mía. Pensando que si yo no la miraba, ella dejaría de hacerlo.
Por un momento, me llegué a preguntar si es que nos conocíamos de algo, pues por mi trabajo diariamente había de relacionarme con mucha gente. Pero la verdad es que, si bien no era muy buena para los nombres, una ...
... cara nunca se me olvidaba y la de aquella mujer no me sonaba absolutamente de nada. Por su forma de mirarme, finalmente llegué a la conclusión que únicamente me estaba juzgando. Algo había visto en mi que le había agradado o disgustado, o quizás me conocía o le habían hablado de mi. ¡Quién sabe! Nunca llegaré a tener la certeza de ello.
Decidí sentarme en una pequeña mesa de una de las esquinas del café que en aquel preciso momento quedaba vacía. Una pequeña mesa apartada del alboroto de la entrada y en donde pensé, que quedaría protegida de la mirada inquisitiva de mi desconocida. Pues estaba situada justamente a su espalda. Saqué mi libro de lectura de aquel momento "Al sur de la frontera, al oeste del Sol" de Haruki Murakami y así, como me gustaba hacer cada mañana, me dispuse a disfrutar de mi café con leche. Mas por una extraña razón, no podía concentrarme en la lectura ni quitarme de la cabeza aquellos ojos. Extraño en mi, levanté la vista de mi libro, comprobando que ella seguía allí sentada, con la mirada perdida hacia la puerta. Sin quererlo, fui yo entonces quien empecé a observarla.
Debía ser, más o menos, de mi misma edad, quizás algún año más. Pelo castaño claro, rizado y largo, sobrepasándole la medida de sus hombros. Alta, de constitución fuerte y con curvas acentuadas. Era una mujer atractiva, con unas facciones dulces y no excesivamente marcadas. Destacaban en su rostro unos grandes ojos entre verdes y color miel que llevaba perfectamente delineados de ...