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Amelia
Fecha: 08/12/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Maria Magdalena, Fuente: CuentoRelatos
... decía nada así que me senté junto a él. Por un momento nos quedamos viendo sin decirnos nada y fue en cuestión de segundos para que me encontraba sobre el besándolo lentamente. ¿Qué haces? -preguntó sorprendido separándonos. -¿Tu qué crees? -le dije cerrando los ojos para volverlo a besar. - Eres una niña. -Sujetó mi cabeza. -Hoy no quiero ser la niña que conoces, hoy quiero ser tuya. -llevé sus manos a mi cintura mientras nos veíamos fijamente. Y así fue como comenzó todo. Llegamos a su habitación y el calor de los besos se estaba haciendo presente, con mis manos recorría su cuerpo sobre la ropa y sus manos mis muslos. En la cama comencé a desabotonar su camisa y su pantalón y me levanté un momento para liberarme del vestido el cual cayó al piso dejándome en ropa interior, la cual también quite de mi cuerpo de manera delicada frente al él. Ahora si estaba completamente desnuda ante sus ojos. -Eres tan hermosa. -Confesó boquiabierto. Me acerqué para besarlo. Sus labios viajaban desde mi boca, pasando por mi cuello, mis clavículas, mis pechos hasta mi abdomen. Me recosté en la cama mientras él se terminaba de desvestir. Sentía mi cuerpo arder y sus manos a pesar de ser muy livianas y delicadas ardían sobre mis muslos y mi cadera. Besaba cada parte de mí y yo solo disfrutaba del contacto, del rose de nuestra ...
... piel, sus besos húmedos y tibios. -Por favor, te necesito. -Le rogué moviéndome debajo de su cuerpo arañando su espalda. Mi parte está ya estaba bastante húmeda y me sentía demasiado excitada. Se detuvo un momento para colocarse un preservativo y así poder entrar en mí. Gemí al momento de introducirse, lo cual causo un poco de extrañeza en su mirada pero con un beso le di a entender que estaba bien, las primeras embestidas siempre son las más lentas pero al momento de la fricción nuestros cuerpos estos comenzaban a dilatarse y entre los sonidos de la habitación estaban nuestros gemidos y el ruido de nuestros movimientos. Él sobre mí y yo moviendo mis caderas en armonía con el vaivén circular, me sentía en el cielo hasta que mis piernas comenzaban a temblar, en acto seguido eleve mi pelvis, arqueándome de placer corrió aquel líquido tibio entre mis piernas. Mordí mis labios y luego fue su turno acompañado de algunos gemidos altos y unos tironeos. Nos besamos y nos recostamos en la cama para estabilizar nuestra respiración. Me acercó a su cuerpo y con un brazo rodio mi pechos para sujetarlos y con la otra mi cintura. Así nos quedamos juntos, yo escuchando sus latidos recargada en su pecho y el acariciando mi piel con sus yemas. No decíamos nada, solo había besos y caricias disfrutando el calor de nuestros cuerpos sin remordimiento.