El macarra
Fecha: 13/12/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: eliblanco87, Fuente: CuentoRelatos
... con pinta de debilucho, de cara más bien normalito, y para rematar, era repartidor de pizza, seguramente con un sueldo bastante malo… a dónde esperaba llevarme, al McDonald’s?
Le contesté enfadada (quizá hubiera sido mejor haberle ignorado) recriminándole lo que había hecho, diciéndole que nunca saldría con él, y que borrara mi número de su agenda y no volviera a escribir, y que le iba a denunciar en su empresa. Luego pensé en contárselo a mi familia y amigos, y a poner en mis redes sociales lo que había pasado incluido el número de él y su foto. Pero me dio vergüenza, preferí que no se supiera y no pasar mal rato. Y tampoco era como para que a él le despidieran de su trabajo.
Sin embargo, continuando con esa actitud chulesca, a los pocos días Nacho (que así se llamaba) me volvió a escribir, aparentemente convencido de que yo era afortunada de recibir esa invitación de él, que le diera una oportunidad, que con la ropa de repartidor perdía pero arreglado estaba muy bueno, etc… Ahí ya directamente pasé a ignorar sus mensajes, aunque él podía ver que yo los había leído. Luego, no sé cómo, encontró uno de mis perfiles en redes sociales y no paraba de dar likes y hacer comentarios en mis fotos, sobre todo en las que destacaban más (tipo fotos en bikini o arreglada para salir de fiesta) Yo seguía asqueada, indignada y sintiéndome acosada.
El problema fue a la siguiente noche de cena en casa con mis chicas. Por supuesto ellas querían pedir en el mismo sitio: las pizzas ...
... estaban súper buenas y era barato y llegaba rápido al estar cerca… era nuestro sitio favorito para pedir a casa. Pero bueno, muy mala suerte tendría que ser para que viniera el mismo repartidor, y además con no abrir yo la puerta, arreglado.
Esta vez no era cena y peli sino que después íbamos a salir de copas. Mientras esperábamos, Natalia se duchaba y María Luisa bajó a tirar la basura. Al rato sonó el timbre, como de costumbre María Luisa se habría olvidado de coger las llaves al bajar al cuarto de basuras. Al abrir la puerta me quedé helada. El repartidor del otro día, con sonrisa triunfal delante de mí. Mi amiga llegaba justo detrás. Para más escarnio, pensando que sería ella quien estaría al otro lado de la puerta, abrí tal cual estaba: con unos pelos horribles, una camiseta vieja que uso mucho para estar por casa (y sin sujetador, lo cual seguramente se notaba), braguitas y calcetines. Supongo que la puerta del portal estaba abierta o que justo alguien entraba cuando llegaba el repartidor y por eso no había llamado al telefonillo. Intenté aparentar pasividad pero notaba el calor del rubor en mis mejillas, y con la piel tan blanca que tengo se me nota mucho cuando me pongo colorada. Cogí las cajas, dejé entrar a María Luisa y cerré. Tenía ganas de morirme en ese momento.
La noche transcurrió con normalidad, pero al día siguiente por supuesto Nacho me escribió vacilándome sobre lo que había pasado, ahondando en mi vergüenza. Yo a diferencia de la primera vez, ya no ...