La ingenua Mariana
Fecha: 27/12/2022,
Categorías:
Anal
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Recuerdo que desde pequeña siempre sentí atracción por el sexo, a los 10 años jugando con las muñecas descubrí el placer que daba frotarme con ellas por mis partes, aprendí a montar la almohada como si fuera el potro de gimnasia entre mis piernas y luego descubrí como mis peluches servían para algo más que adornar la cama, en las noches cuando mis papas me creían dormida, escuchaba cuando lo hacían, el rechinar de la cama con sus movimientos y los gemidos de mamá que papa intentaba callar, y empecé a sentir como mis braguitas amanecían mojadas sin saber porque, gracias a mi apariencia tierna, inocente y tímida la utilizaba para conseguir lo que deseaba, a los 13 años me llego la regla y a partir de ahí empecé a desarrollarme, mis pechos alcanzaron la talla 32b, la misma que mamá, podíamos usar los mismos brasier, cuando nos duchábamos juntas tocaba sus tetas y sentía lo duras que las tenia, igual que las mías, gracias a la gimnasia artística que practico desde niña porque según mama sirve para la concentración y hacer amigas, tengo un cuerpo delgado, de caderas anchas herencia de mama, y baja estatura, 152cm, peso el justo 45kg, de extremidades largas, algunos decían que me parecía mucho a mamá que estaba cerca de los 40 años, cinturita de avispa que hacía que cualquier ropa le ajustara perfecto, piernas esbeltas y torneadas y un culo respingón y paradito que también herede fruto del ejercicio a diario que realizaba, cabello oscuro hasta más allá de los hombros, un par de ...
... ojazos castaños enormes, nariz pequeña y fina y labios carnosos que invitaban a ser besados.
Mi carácter en cambio seguía siendo más bien reservado y algo tímido, sabía que tenía algunos admiradores dentro del colegio pero a ninguno lo tomaba en serio, los estudios eran mi prioridad.
Mi curiosidad por el sexo crecía cada día, cuando nos reuníamos las amigas del colegio con la excusa de algún trabajo aprovechábamos para hablar de nuestras fantasías, algunas contaban historias que no sabría decir si eran fantasías o lo habían vivido, pero lo cierto es que el solo hecho de hablar el tema mojaba las braguitas y sentía como mi cuquita palpitaba, algunas veces en las mañanas mientras me duchaba imaginaba que alguien me espiaba y eso me empezaba a dar morbo, colocaba el chorro de la ducha en la rajita y sentía una sensación deliciosa.
Recuerdo una ocasión cuando mis papas y mi tío que por ese entonces vivía con nosotros, habían salido a trabajar, quedé en casa sola o eso creía, escuché algunos ruidos en el ático donde dormía tito, subí las escaleras con el corazón palpitando a mil por hora, mi imaginación se disparaba mientras subía, estaba segura que no estaría pero por precaución di varios golpes en la puerta sin tener respuesta, agarre el pomo de la puerta y la abrí, poco a poco, escuchaba el agua de la ducha caer, me acerque muy despacio, corrí la puerta del baño un poquito y la sorpresa fue encontrar al tito en la ducha, estaba de espaldas a mí y podía ver su cuerpo ...