Médico sin fronteras
Fecha: 09/01/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi vuelo de Aeromexico sale puntualmente con destino hacia el sur. Durante el trayecto nos sirven un pequeño almuerzo. Después tenemos un rato de descanso antes de llegar a nuestro destino. Estoy algo nervioso pues es la primera vez que voy a pasar un mes en un país tropical ejerciendo la medicina en medio de la selva en una tribu apartada.
El avión es pequeño y el pasaje escaso. El asiento delante de mi se inclina hacia atrás y debo cambiar el mío para no sentirme atrapado. Al mirar en diagonal hacia delante descubro el rostro de una mujer que con los ojos cerrados trata de descansar.
Es de piel tostada. El pelo negro café recogido en una especie de moño con una pinza con forma de boca de pez. La nariz algo pequeña y los labios sensualmente carnosos. Sin que ella se percate de mi observación me concentro en estudiar cada milímetro. La placidez de su expresión me tiene cautivado y con gusto la llenaría de besos.
Lástima que aunque ahora estamos tan próximos, posiblemente al a nuestro destino nos separaremos y no tengamos nada que ver uno con el otro dispersos en este mundo global.
Mi vuelo debe conectar con otro vuelo interior. Me advierten que por una tormenta queda retrasado varias horas y que debo esperar en la sala VIP del aeropuerto. Allí hay preparado un atractivo buffet para los pasajeros. Mi compañera de viaje también está allí. La veo de pie, relajada, callada, discreta, eligiendo pequeñas porciones de comida, con un toque de distinción que la hace más ...
... atractiva.
Es de cuerpo menudo, bien proporcionado, ni muy joven ni muy llamativa. Lleva pantalones ajustados que marcan sus bonitas piernas y su redondeado culo. Unas bonitas sandalias dejan ver sus bien cuidados pies. Una camisa blanca de corte masculino completa el atuendo.
Nuestras miradas se cruzan y siento como la llama se enciende en mí. Sus ojos almendrados, su nariz pequeña y su boca sensual me invitan a compartir con ella el rato de espera.
El "pesado habitual" que siempre hay en estas situaciones se me adelanta y se pone a su lado a darle conversación. Ella, educadamente le responde sin mucho interés.
A escondidas le hago una mueca graciosa y ella me sonríe. Cruzamos la mirada con interés mutuo. Tiene algo que me atrae poderosamente, desde los dedos de los pies hasta su oscuro cabello, encuentro que es muy sexy.
Pasa el rato y la sala VIP casi queda vacía. Solo quedamos media docena de personas, entre ellas está mi bomboncito de chocolate.
Voy al servicio a través de un largo pasillo que parte de la misma sala. Al salir, me encuentro frente a ella. Titubeamos varias veces antes de elegir qué lado del pasillo tomar, y finalmente no topamos uno con el otro. Lejos de separarme, la abrazo y le robo un beso, y luego le doy otro esta vez consentido. Nuestras lenguas se entrelazan llenas de pasión.
Me parece mentira, pero la fantasía que mi mente se había entretenido en elaborar parece que se puede cumplir.
Los dos damos rienda suelta a nuestra ...