Sometida por el bully de mi hijo (1)
Fecha: 18/01/2023,
Categorías:
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
Todo pasado es una mochila que cargamos en el presente. Quizás con el tiempo, esa mochila parezca más liviana, hasta el punto en que nos olvidamos que la llevamos a cuestas. Pero cada tanto aparece algo (o alguien) que te recuerda tus miserias del pasado.
Y en el peor de los casos, ese alguien usa esas miserias para manipularte, para usarte a su antojo, bajo la amenaza de mostrar al mundo lo que fuiste.
Robi siempre me pareció un pendejo arrogante, fanfarrón y violento. Pero nunca imaginé que un pibe de dieciocho años me tendría entre sus manos. Nunca hubiese imaginado que tendría el coraje necesario para hacerlo. A mis treinta y dos años no podía imaginarme sometida por los caprichos de un mocoso que ni siquiera se lava los calzones. Pero la vida te sorprende.
No se confundan, no tengo nada de qué avergonzarme, y nunca lastimé ni engañé a nadie. Pero hay cosas que ante los ojos hipócritas de la sociedad, están mal vistas. Y esas cosas, si caen en manos equivocadas, pueden ser usadas como armas.
Soy una mujer independiente, y eso, como saben, a veces te juega en contra.
Hace cinco años cometí un error. Necesitaba un aumento. Cuidar de un chico de doce años, sin una pareja que me ayude, era realmente difícil. Desde hacía meses que venía ablandando al viejo para que dé el brazo a torcer. Don Miguel simpatizaba conmigo. Tanto como un viejo verde puede simpatizar con una jovencita carilinda con la cola parada, y las tetas grandes. Una tarde me pidió que me ...
... quedara, después de hora, para discutir sobre mi supuesto aumento.
Desde el momento en que cerró la puerta a mis espaldas, y sin disimulo me miró el culo mientras yo me dirigía a la silla, supe que el viejo iba a intentar algo turbio. Se lo notaba con ganas de probar carne fresca, y yo era una joven madre soltera que necesitaba ayuda. La víctima ideal para un viejo pervertido como él.
La cosa fue más directa de lo que imaginé. Se paró frente a mí, apoyando su culo en el escritorio. Me dio un largo discurso sobre la lealtad y la cooperación. Yo sólo asentía con la cabeza.
Entonces estiró la mano y estrujó mis tetas.
Me quedé inmóvil. Abrí bien grande los ojos, asombrada, no tanto por la actitud, sino por la manera intempestiva en que lo hizo. Me miró a los ojos, y quizás porque no dije nada, sonrió con perversión.
Entonces se bajó el cierre del pantalón.
Un sacrificio, pensé para mí. Un sacrificio y mi nene tendría una vida un poco mejor.
Don Miguel se bajó el cierre del pantalón. Una pequeña pija semifláccida se asomó. Un sacrificio, me repetía una y otra vez.
Después de todo, no soy una monja. Hasta ese momento me había llevado al menos diez pijas a la boca. Y no es que estuviese enamorada de todos los portadores de esas vergas erectas. Así que cerré los ojos, y sin mucho entusiasmo, le di al viejo lo que quería.
Pero no le alcanzó con eso. A partir de ese momento, don Miguel me trató como a su puta personal. No como su amante, ni mucho menos como a su ...