Yo, Carmen la puta (1)
Fecha: 30/01/2023,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Carmen Relatos, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Carmen, tengo 40 años, y este es el comienzo de una larga, larga historia, que comenzó en un fatídico día de hace, hoy exactamente, 3 años y 4 meses, y que ahora, cuento para liberarme.
Hace muchos años más, nací en un pequeño pueblo de la costa, donde, aunque no sin pasar apuros económicos, mis padres consiguieron sacar adelante una pequeña familia, compuesta por sus dos hijas, y mi anciana abuela materna, de la cual cuidábamos. Mi madre era limpiadora, de las que día a día, y de sol a sol, rondaba de casa en casa, limpiando escaleras y haciendo los menesteres del hogar. Mi padre, era pescador, y a diario se lanzaba a la mar, a luchar contra olas y tormentas a cambio de un mísero sueldo, con el cual apenas podíamos mantener el hogar.
Aun así, tuve una buena infancia, y crecí feliz, junto a mi hermana, disfrutando de la libertad de ser ajena a los problemas de los adultos. Nunca me metí en ninguna clase de problemas, y era por lo general querida por la gente que me conocía. Era una chica tímida, y el simple hecho de hablar con chicos de mi misma edad me ponía nerviosa y me hacía sentir incómoda, razón por la cual, y a pesar de haber tenido varios pretendientes, no fue hasta los 22 años que conocí al que sería mi primer y único novio. No era un chico especialmente guapo, pero tenía algo que me atraía de él. Era una persona con la cual se podía hablar, y sobre todo, siempre me respetó. Le conocí durante un curso de idiomas en verano. Nunca fui buena ...
... estudiante, pero tras mucho esfuerzo conseguí el permiso de guía turística, y me dedicaba a enseñar el pueblo a turistas, que a veces, hablaban en inglés. Él, al igual que mi padre, era de familia marinera, y hacía el curso debido a un plan de desempleo al cual se encontraba adscrito.
El noviazgo fue, por decirlo de alguna forma, típico. Paseos, conversaciones, piropos y palabras bonitas. Nada fuera de lo común. Era feliz con mi nueva vida. Ya no dependía de mis padres, y entre los dos reuníamos el dinero suficiente para ir pensando en tener planes de independencia. Sin embargo, el accidente ocurrió. Perdí la virginidad tras nueve meses de relación. Nada llamativo para ser relatado. Un motel de carretera, una noche a solas, y el típico dolor de la primera vez. Sangre, mucha sangre. Y lágrimas.
Dos meses después, recibí la triste e inesperada noticia. Me había quedado preñada. No estaba preparado, mucho menos planeado. De pronto, la vida cambió. El aborto era impensable, y aún más, el ser madre sin estar casada en aquella época, y sobre todo, aquel lugar. Rápidamente hicimos los preparativos de la boda, y en apenas 3 semanas después de la noticia, el cura del pueblo, en una ceremonia familiar, nos nombró marido y mujer.
Cada uno de nosotros siguió viviendo en su casa familiar. El dinero no era mucho, y más ahora que era necesario mantener un bebé. La relación, poco a poco fue a peor. Los problemas se acumulaban, y los desprecios comenzaron. Una relación difícil de mantener. ...