Carla y yo
Fecha: 20/02/2023,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Había sido un día muy duro en el trabajo, aunque las cosas habían salido genial. Mi amiga Carla y yo habíamos cerrado un buen acuerdo comercial. No había sido fácil y conseguirlo nos hacía sentir muy satisfechas. Era momento de celebrarlo. Carla me dijo que porque no íbamos a tomar una copa en un ‘after work’ de moda. La idea sonaba bastante bien, así podíamos desconectar y hablar de cosas de mujeres.
Llevaba ya uno año divorciada y prácticamente, salvo aventuras esporádicas, volcaba todo mi tiempo en el trabajo y en la educación de mis hijos. Soy una mujer atractiva y pretendientes no me han faltado nunca. Mis amigos comentaban que el divorcio me había sentado muy bien, mi melena ondulada y pelirroja le dan a mis curvas ese toque sensual y femenino que hace girar la cabeza a muchos hombres, la verdad es que me siento feliz, radiante y muy sexi, se nota en mi seguridad, en la forma de andar de hablar y de actuar, estoy en una de las mejores etapas de mi vida, en la que realmente puedo ser yo.
Llegamos al pub y la verdad es que estaba lleno de bastante ejecutivos..Qué erótico… Aunque ninguno me llamó la atención, típicos maduros bastantes arrugados con sus historias misóginas, que no me apetecía un carajo soportar. Eso sí nuestra entrada fue como las modelos de ‘Victoria Secret’, no había pañuelos para secar tan babas…
Carla y yo llevamos dos trajes de chaqueta y falda bastante ajustados con unos buenos taconazos, que resaltaban nuestra figura y como siempre ...
... rematados con ropa interior de encaje, medias de liga negra que al cruzar las piernas deja entrever un sensual ajuste de liguero negro, nos encanta ponernos ropa interior atrevida y sugestiva, como nosotras.
No recuerdo la cantidad de tíos que acabaron con tortícolis, al girarse para ver nuestros lindos traseros redondeados y respingones.Nos sentamos en un parte del local y empezamos a charlar de nuestras cosas. Hasta que el mismo diablo apareció por la puerta. Ese “diablo” debía medir un 1,85 con clase, la típica persona que cuando entra en un lugar lo llena solo con su presencia atractivo a rabiar con unos ojos de infarto grandes y rasgados que hacían juego con unos labios carnosos que incitaban al pecado, su camisa marcaba unos pectorales y unos bíceps que te hacían desear lamer y morder cada centímetro de músculo expuesto, Carla y yo nos miramos, bufff… menudo macizo, está para comérselo despacio, deprisa, una o varias veces…
No lo perdíamos de vista, su forma de expresarse y moverse nos hipnotizaba era esa seguridad tan varonil y sensual que desprendía por cada poro de su piel, estábamos pérdidas en sus gestos como dos gatas hambrientas relamiéndose ante su festín, empezó también a mirarnos, a dedicarnos cada vez más miradas intensas y sus labios empezaron a dedicarnos mordiscos con sus dientes, muestras miradas lascivas y gestos insinuantes le habían llamado la atención. Me estaba poniendo cardiaca y Carla se estaba poniendo muy cachonda, no hacía más que tocarse el pelo. ...