La magia
Fecha: 23/02/2023,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Las historias de magia surgen de la nada, de lo no planeado. Es así como una noche inesperada, mis experiencias sexuales dieron un giro de 180º.
En un pueblo de la profunda Castilla me disponía disfrutar de una noche de amistad. Juegos, conversaciones, risas... La situación iba por unos derroteros en donde las 7 personas semi desconocidas allí presentes empezaban a generar una atmósfera placentera, sin tabúes. La complicidad iba en aumento, pero quedó ahí, en los jardines del austero alojamiento.
Sin embargo, la noche fue a más, así que, cómo no, decidimos dar rienda suelta a esta complicidad en un grupo en donde reinaba el buen rollo y nos fuimos a descubrir el pueblo, sus bares y a mezclarnos con sus gentes.
Seguíamos con la complicidad, la cual iba en aumento. Un juego tonto hizo que todo fuera a más. Decidimos que había que dar protagonismo a un hielo, así que decidimos pasárnole de boca en boca. El hielo, se iba deshaciendo poco a poco, por lo que nuestros labios se iban juntando aún más.
En este juego yo tenía mucha complicidad con Marta. Una auténtica desconocida para mí: morena, 1,73, caderas generosas, pelo rizado y con mucho volumen; lindos pechos bien puestos... Muy atractiva. Decidimos apartarnos hacia un rincón, viendo cómo el resto jugaba. Ese rincón se llenó de complicidad, sin llegar a besarnos.
Ya no había hielos de por medio. Parte del grupo renegaba de ello; se lamentaba.
En un acto en el cual el cable rojo se juntó con el cable azul, ...
... dije a Marta:
- ¿Jugamos a pasarnos el hielo?
- Pero... ¡si no hay hielo!
- ¡Pues hacemos como si hubiera! (y de repente me salió una sonrisa involuntaria, delatora, cómplice, que esperaba ser correspondida...
La sonrisa, comoo esperaba, fue correspondida. Nos fundimos en un gran beso. Nuestros labios no se detenían. Nuestras lenguas mojadas se entrelazaban con una complicidad grandiosa. Poco a poco mis manos abrazaban con fuerza su cintura, mientras las suyas apretaban con fuerza y pasión mi culo. Mis manos se movian se movían hasta debajo de sus pechos, por su espada, por su culo... Ella hacía lo propio.
Nos encontramos solos. El espacio era nuestro. No había nadie a nuestro alrededor. Solo dos seres, desconocidos, pensando solo en darse placer.
Ella tomó la iniciativa. Sin dejar de morrearnos apasionadamente ni un solo momento, me rozó el pezón derecho, en el cual tengo un piercing. Si quererlo, emití un gemido de placer (es uno de mis puntos débiles). Ella continuo y fue bajando sensualmente: pecho, abdomen, ombligo... hasta que metió su mano por debajo del pantalón...
Yo seguí centrándome en sus caderas, en su culo, mientras que mi pene reventaba el jeans que llevaba puesto.
Había que dar un paso más... así que le con la voz entrecortada, una erección que llamaba mucho la atención y una taquicardia considerable, llegué a decir lo siguiente:
- ¿Nos vamos al hostal? (No esperaba un "no" como respuesta)
- Claro
Salimos del bar, como agarrados ...