1. De ratones


    Fecha: 08/03/2023, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    Lo pienso y lo escribo, para empezar: nunca debí haberme enamorado de Yui. Yo tenía una existencia restringida a la normalidad, es decir, yo vivía con mi esposa, feliz; los dos trabajábamos. Teníamos dos hijos, la parejita, y juntos los cuatro éramos una familia privilegiada. Hasta que conocí a Yui.
    
    Fue un día de enero. Había nevado en la ciudad. En nuestro barrio, en el extrarradio, donde todas las casas, de dos plantas, estaban provistas de un jardín delantero, la nieve cubría las aceras y, claro, los jardines. "Rosa", le dije a mi esposa, "voy a salir a comprar el pan, ¿quieres que te traiga algo?"; "No, cariño", contestó ella desde la cocina. Rosa, mi esposa, era una mujer estupenda, y bella: su cuerpo era como el de una adolescente: era delgada; sus tetas eran como limones, redonditas y de pezones puntiagudos; su pelo rubio lo llevaba cortado a media melena; tenía un culito precioso: pequeño y prieto; en fin, Rosa me seguía gustando, pero es que Yui...
    
    Los operarios del Ayuntamiento habían abierto un pequeño sendero en la acera, a través de la nieve, y por ahí eché a andar en cuanto salí de mi casa. El cielo, después de la noche tempestuosa, lucía azul celeste y claro; hacía un bonito día, aunque frío. Pasé junto a la valla del jardín de la casa colindante a la mía. "Vaya", pensé, "parece que tenemos de nuevo vecinos". La casa estaba deshabitada desde hacía meses. Noté la presencia de gente al divisar unas cortinas en una ventana del piso superior que antes no ...
    ... estaba. Bajé la vista y allí la vi, Yui; iba vestida con un conjunto de pantalón y camisa de gasa de color blanco. Por supuesto, yo no sabía su nombre, Yui. La observé mientras seguía caminando: estaba sujetando una pala. Entonces, me vio; siguió apaleando nieve. Me fijé en que iba descalza: sus pies, ligeramente bronceados, destacaban sobre el blanco, llevaba una tobillera; su ropa interior, sujetador y braguitas se transparentaban a través de su ropa; sus pechos voluminosos se movían a la par que movía los brazos para apalear, se agitaban, vibraban; su melena negra, rizada y larga, ascendía y descendía, tapándole la cara, cada vez que se agachaba. Seguí mi camino.
    
    Cuando volví a casa, no dudé en contarle las nuevas a Rosa. "Ah, ¿pero no lo sabías?, se llama Yui, no es de aquí, me dijo que se quedaría poco tiempo, que estaba de paso, quizá unos meses..."; "¿La conocías?", pregunté; "La conocí ayer, en el súper".
    
    Después de almorzar, antes de que llegaran nuestros hijos de la casa de sus abuelos, aprovechando que gozábamos de unas merecidas vacaciones, Rosa y yo follamos.
    
    Por la noche, soñé con Yui.
    
    ¡Soñé con Yui!, ¡qué locura era esta! Bueno, fue un sueño ligero, simplemente la vi, en sueños, caminando descalza por una playa, nada más, ¿o sí?; sí, se metía en el mar vestida con ese conjunto blanco, que se transparentó, y la vi desnuda, en sueños.
    
    A la mañana siguiente, volví a pasar frente a la casa de Yui. Me detuve. No estaba en el jardín. Miré a la ventana del ...
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