1. Sí, soy virgen


    Fecha: 22/06/2018, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Yo no sé si en el recuerdo las situaciones adquieren dimensiones distintas pero creo que este no es el caso porque, como a veces me sucede, estoy viviendo y recordando al mismo tiempo y todo coincide.
    
    Debo confesarles que lo que les voy a narrar tan solo está sucediendo desde una semana de modo que aun en esta narración me siento atravesada por sensaciones perturbadoras y Uds. han de decirme si tengo razón a no para estar agitada de este modo.
    
    Yo había aceptado que la fiesta de cumpleaños de Mauricio se hiciera en mi casa porque la de mi hermana Claudia era demasiado pequeña para contener a veinte muchachos y muchachas que eran los invitados, de modo que el sábado por la noche todo estaba dispuesto para la fiesta.
    
    Fue cerca de las tres de la madrugada cuando mi hermana se apareció en mi cuarto y al verme que aun estaba despierta y vestida sobre la cama, tratando inútilmente de sostener el libro entre mis manos, me convenció que bajara hasta la sala, pues solamente quedaban allí nuestro sobrino y su mejor amigo Pablo a quien yo conocía por ser invitado habitual de Mauricio.
    
    Así arregle ligeramente mi cabello y dándome una rápida aprobación ante el espejo, baje la escalera siguiendo a mi hermana y al momento estaba conversando alegremente y riendo de lo que los muchachos contaban acerca de los incidentes de la fiesta.
    
    Casi sin darme cuenta, alentada por un par de tragos que los muchachos nos habían ofrecido, me fui sumiendo en una cautivadora charla con ellos, ...
    ... dejándome envolver por el aire alegre de esos muchachos de 18 años, recién ingresados a la universidad y cuya juventud parecía ser contagiosa. Ellos, a su vez, parecían sentirse importantes sintiendo que dos mujeres maduras compartieran con ellos con tal desenvoltura que animados por esta situación nos invitaron a bailar.
    
    Sonaba la música, envolvente con su ritmo endiablado y de pronto me sentía liberada y feliz agitando mi cuerpo bien modelado y liviano ante este muchacho amigo de la casa que parecía no reconocer distancia de edad ni de status y bailaba conmigo como si yo fuese una muchacha mas de la fiesta que había terminado y no una mujer de treinta y cinco años.
    
    Debo reconocer que lo que estaba sucediendo me gustaba porque, de algún modo me traía de nuevo al centro mismo de una conducta mía que creía olvidada. Yo siempre había sido buena para bailar y las fiestas me gustaban.
    
    Así las cosas, no opuse resistencia alguna, mas bien me sentí complacida, cuando la música se tornó lenta y melódica y Pablo se acercó a mi cuerpo y sentí sus brazos rodeándome y acercándome hacia su cuerpo mientras mis pechos se aplastaban difícilmente contra su camisa diáfana.
    
    Sentí su cabeza levemente reclinada sobre mi hombro y su respiración ligeramente perfumada por el alcohol lo que lo hacia aparecer como un hombre de mayor edad.
    
    Al escuchar el murmullo de la conversación que Mauricio sostenía con su madre en la cocina, me pude dar cuenta que estábamos solos girando lentamente en ...
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