Estrenando pashmina (1)
Fecha: 10/04/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
... admira mucho a Saúl.
–¡Me hubieras dicho, para exprimirle hasta los sesos, puto! –le dije tallando su cabeza en mi pubis.
Me penetró de misionero, besando la boca y sujetándome un seno en cada mano para moverse con rapidez. Al sentir los viajes de su firme pene, grité de placer y lloré de alegría, viniéndome otra vez más. Pablo eyaculó tres chorros seguidos, cuyo calor me hizo gritar más y quedó exhausto sobre mí. Descansamos un poco con nuestras frentes y narices juntas, respirando el aire que salía de la boca del otro. Ya tranquilos, saqué de mi bolso el suéter que le había hecho.
–Póntelo, quiero ver cómo te quedó –le pedí a Pablo, ayudándolo a que metiera su cabeza.
Se puso de pie para acomodárselo bien y me modeló con él. “Se te ve muy bien, además te ayudará a soportar el frío invernal de aquel lugar”. Sonrió y volteó para verse en el espejo e hizo un gesto de satisfacción. “Ahora póntelo tú”, me pidió, “quiero ver cómo lo llenan tus tetas”. Me puse el suéter, el cual me quedaba muy bien, “Tu tórax y el mío miden lo mismo”, dije cuando se acostó y yo veía cómo me quedaba.
“Ven a moverte arriba de mí” me dijo. Antes de montarme, tuve que chupar esa rica verga para que se pusiera rígida nuevamente. “Qué lindo se cuelga mi suéter contigo, mi amor” dijo mirando el vaivén de mis tetas moviendo el suave y acariciante tejido. Me moví hasta que me vine y me acosté jadeante sobre él. Pablo ya no se vino y volvió la flacidez a su miembro, hasta que se me salió. ...
... Miró el reloj y, dándome un beso se levantó para meterse a bañar. Volví a guardar el suéter poniéndolo esta vez en su maleta manual de viaje.
Lo alcancé en la regadera, pero él ya había terminado. “sólo fue para quitarme el sudor, ya no hay tiempo para que te bañes, linda”. Tomé la toalla y lo sequé. Nos vestimos y salimos apresuradamente. Le indiqué que ya había puesto el suéter en su maletín, antes de darle el beso de despedida y le recordé que me avisara la hora en que nos veríamos a su regreso. Se puso el cubre bocas, bajó del auto y se metió al edificio del aeropuerto.
De regreso, pasé al centro comercial a comprar otras madejas del mismo estambre, pues me había sobrado del suéter que le hice a Pablo y quise hacerme otro igual. Cuando llegué a la casa ya estaba Saúl haciendo algo de comer en la cocina. Lo saludé y vio que traía la bolsa con el estambre que había comprado.
–Nena, te invito a comer, pues no alcancé a hacer algo, yo también acabo de llegar –me dijo y salimos.
En el restaurante, me contó lo que había hecho y la razón por la que llegó con cierto retraso. Noté que cada vez que me daba un beso olfateaba mi cara, mis brazos y mi cuello. El mesero nos llevó la carta, la cual no leyó y mientras yo escogía me metió la mano bajo la falda. Cerré las piernas instintivamente. Él me miró, acercó su cara y me dio un riquísimo beso en la boca, el cual me hizo abrir las piernas y metió su mano en mi vagina. “¿Ya escogiste qué comer?, me preguntó y se llevó la mano ...