1. Hombre encantador


    Fecha: 03/05/2023, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Aquella mañana de la segunda quincena del mes de julio el sol picaba de lo lindo pese a ser la hora que era, tan sólo las once, un sol más parecido al de mediodía que al de media mañana. La belleza de las dalias mezclada con el olor embriagador de las madreselvas y jazmines que cubrían una de las paredes de la terraza, y junto a la suave brisa procedente del mar cercano, apaciguaban el calor ofreciendo un mínimo descanso y frescor.
    
    ¿Así que te quedaste unos días sola? –escuché a mi amiga Pili preguntarme de manera directa y maliciosa.
    
    Bueno, Paco tuvo que marchar por uno de sus muchos negocios… ya sabes que él siempre se encuentra muy ocupado con sus cosas –respondí de mala gana y haciéndome la desentendida.
    
    Hija, tienes un cielo de marido. Ojalá el mío me diese la libertad que te da el tuyo.
    
    Bueno, no digas eso que tú tampoco puedes quejarte.
    
    Pili era como una hermana para mí, mi mejor amiga y confidente y a la que conocía desde bien pequeña, desde los primeros años del colegio. De tez pálida y bonitos ojos color ámbar, su cabello largo y oscuro resbalaba por encima de los hombros cayéndole las puntas en cualquier dirección. Bajita y algo regordeta, se la veía siempre alegre y feliz resultando para mí el mejor de los bálsamos en los momentos de bajón que de vez en cuando me visitaban. Habíamos crecido juntas prácticamente desde el día en que entró a mi misma clase ocupando el pupitre adyacente al mío. De ese modo, poco a poco y día tras día fuimos ganando ...
    ... en confianza hasta acabar siendo como uña y carne. Pili había llegado a la ciudad procedente de su lejano pueblo de provincias pues su padre, que había empezado trabajando en una pequeña oficina bancaria, había conseguido mediante promoción interna acabar finalmente en el puesto de director.
    
    ¿Y cuántos días dices que estará tu maridito fuera de casa? –continuó Pili indagando sin poder evitar que una sonrisa aviesa le iluminara el rostro.
    
    Una semana más o menos creo que me comentó –contesté recostándome en la tumbona mientras me colocaba las gafas de sol.
    
    ¿Una semana dices? Si Juan me dejara sola una semana no creo que me conociera cuando volviese –exclamó, riendo a carcajadas.
    
    Oh, cállate de una buena vez pequeña arpía –zanjé la conversación acompañándole yo también en sus risas.
    
    Tanto Pili como yo éramos plenamente conscientes de las aventurillas que cada una de nosotras disfrutábamos de tanto en tanto cuando una buena oportunidad se presentaba. Casadas con dos hombres mucho mayores que nosotras los cuales ya no satisfacían las necesidades de dos hembras cercanas a los cuarenta y todavía necesitadas de un buen revolcón que distrajera nuestras muchas horas de aburrimiento, ambas buscábamos fuera de casa y de la forma más discreta posible lo que no encontrábamos en el hogar conyugal.
    
    Llaman a la puerta. Debe de ser Jean-Luc –declaré incorporándome de un solo salto una vez percibí el sonido insistente del timbre.
    
    ¿Le has invitado a tu casa? –me preguntó mi ...
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