1. Quieres problemas?


    Fecha: 24/06/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Si hay algo que me revienta es ir a las oficinas de teléfonos. Son varias las razones, la primera es que los que te atienden siempre te miran con aire de perdonavidas, tal cual si te estuviesen haciendo un favor al prestarte los servicios que prestan. El segundo motivo es que siempre hay unas filas enormes para pagar el teléfono, las cuales son casi ineludibles porque el recibo nunca te llega oportunamente a forma que lo pudieras pagar en un banco o en un supermercado. Y para colmo, el estacionamiento es un estacionamiento precario que en sus seis cajones no puede albergar a los autos de los setenta usuarios que acudimos de manera simultánea a pagar el recibo. Lo que orilla a que encima tú estaciones tu coche y algún cabrón desconsiderado se te estacione detrás y no te deje salir. Sin embargo, no es lo único malo que puede ocurrirte, pueden pasarte muchas cosas más, sólo basta que esperes pacientemente. Los problemas llegarán y puede que llegues a amarlos, desearlos, pedírselos a Dios en tus oraciones, soñar con ellos.
    
    Ese día pretendí llegar muy temprano a la oficina de teléfonos para evitarme el mayor número de molestias posibles. Lo malo fue que media ciudad pensó lo mismo y de todas formas no salí de mi apuro. Para variar los seis cajones del estacionamiento estaban ocupados seguramente por los autos de los seis empleados de la compañía que no tienen ninguna restricción de no usar el lugar de los indeseables clientes. Me quedé petrificado a media calle, recibiendo un ...
    ... par de claxonazos, durante tres segundos que me costó enviar mi moral a la basura y convencerme de que el día de hoy me tocaría ser ese cabrón desconsiderado que no deja salir al inocente y buen ciudadano que se estaciona debidamente en el cajón.
    
    Puse mi Mustang detrás de un espantoso Volkswagen Sedán modelo 75, y aunque mi coche también es 75, por alguna cojonuda razón el mío es clásico y el bochito es una carcacha. Debo admitir que gocé jodiendo al de adelante. Durante la fila imaginé su cara cuando saliera de las oficinas y viera un pinche Mustang detrás de su Volkswagen, como si fuese un perrillo que le oliera el trasero, o mejor dicho el mofle. Sus hombros se harían para atrás en un claro enfado, luego los dejaría caer como un perdedor, y cabizbajo regresaría al edificio, franquearía la pesada puerta de vidrio tornasol y con cara de imbécil enojado, pero en el fondo imbécil, diría "Mustang rojo. El dueño de un Mustang rojo favor de moverlo". Todos voltearían a verle y pensarían que es un completo pendejo, y por alguna razón yo me movería lento como una tortuga, él fingiría estar razonablemente encabronado, y más aun por mi paso lerdo, y aunque el mamón de la historia fuera yo, todos sentirían simpatía por mí, mientras que por el otro experimentarían una rara compasión.
    
    Curiosamente la fila avanzó rápido. Faltando dos personas para pasar a pagar mi recibo intuí que no sería hoy el día en que me tocaba ser insoportable. Total que pasé, pagué, recogí mi comprobante y ...
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