1. Cómo me casé con uno de mis profesores (Parte 2)


    Fecha: 16/05/2023, Categorías: Erotismo y Amor Autor: AranzaS28, Fuente: CuentoRelatos

    Su gruesa verga aún palpitaba en el interior de mi boca, su esperma era tanto que sentía cómo salía un poco dentro el ínfimo espacio que había entre mis labios y su pene. Lo saqué con mucho cuidado de que no tocara mis dientes, recién había hecho eyacular al hombre de mi vida, no quería arruinarlo con un error tan tonto. Caleb estiró el brazo y tomó un pañuelo de una cajita que tenía sobre el escritorio, me lo dio y, al verme limpiando algunos restos de esperma de mis labios, me acarició el cabello con ternura.
    
    La mirada de Caleb era de puro placer, tenía los párpados un poco caídos, la respiración muy agitada y su pene no dejaba de tener violentos espasmos. Me pregunté si, quizá, me había enamorado de un hombre bien dotado, pero sin habilidades para el sexo. Me sentí iluminada durante unos segundos, pensando que podría enseñarle a gozarme y a disfrutar del sexo como debía hacerlo un ser humano, me sentí superior a su esposa también. Y toda esa idea se vino abajo al momento.
    
    - Perdona que fuera tan rápido. Llevo siete meses sin eyacular.
    
    SIETE MESES... No dije nada, me seguí limpiando el esperma de la boca, pero mi expresión lo dijo todo. Era demasiado, más de medio año sin liberar tensión sexual. ¿Qué carajos le pasaba?
    
    - Desde el tercer mes de embarazo de Jacqueline no me deja hacerle nada... y me niego a masturbarme, ¿por qué tengo que hacerlo teniendo una mujer? Es patético.
    
    Pude ver cómo su mirada cambiaba y parecía ligeramente molesto. Estaba ...
    ... pensando en ella.
    
    - No hablemos de ella, profe, déjeme ayudarlo a recuperar esos meses.
    
    Caleb volteó a verme y acarició mi mejilla con cariño. Su palpitante pene seguía duro, aún quedaba trabajo por hacer.
    
    - No me hables de usted, Aranza, creo que ya pasamos ese límite.
    
    Dijo antes de ponerse de pie y quitarse la camisa delante de mi al mismo tiempo que se sacaba los zapatos con los pies. Treinta y tres años y su cuerpo era mejor que el de mis compañeros. Su abdomen marcado, bien definido y formado de manera proporcional a su pecho, sus pezones marrones eran pequeños, sus areolas grandes. Sus brazos musculosos y venudos, sus hombros anchos y esas piernas tan marcadas. No era tanto el volumen de su cuerpo, sino lo hermosamente formado que estaba. Era simplemente embriagante ver esa figura, sin mencionar que, de por sí, ya lo veía con ojos de amor.
    
    Miré arrodillada cómo se desvestía hasta el punto de que lo único cubierto de su cuerpo eran los pies por sus pantalones caídos, en cuanto los tiró a un lado, estuve ante lo que llevaba deseando desde hace tiempo. Me ofreció las manos para levantarme, tiré el pañuelo al bote de basura y se las di. Me ayudó a ponerme de pie y, paso seguido, me preguntó.
    
    - ¿Segura que quieres hacer esto? No te sientas obligada nada, niña.
    
    Me acerqué a él, le puse una mano en el pecho, la desliza por todo su abdomen, bajé por su pubis hasta llegar a su verga.
    
    - Llevo queriendo esto desde hace meses, Caleb.
    
    - Déjame ayudarte, ...
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