1. Por infiel, inicié a mi esposa en la prostit (7)


    Fecha: 25/06/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... impetuoso, y con experiencia de conquista. Y este tipo no era un cualquiera: De rostro varonil, bien parecido, alto y musculoso, con su cabello ensortijado y pelirrojo, y aire sereno, daba la impresión de una gran hombría y seguridad. Tamaño opositor que se me había presentado, y que gran reto de inseguridad que Andrea tenía por delante.
    
    A medida que pasaban los minutos, las miradas furtiva entre los dos se intensificaron. A mi esposa se la veía sumamente vulnerable, y por lo tanto más deseable como objeto de conquista para ese sujeto, pues ella era sumamente hermosa, y vestía como la más atrayente y carnal de todas las putas.
    
    Ella se lo había buscado, había deseado dar rienda suelta a su fantasía de lucir y enseñar sus deseables formas de mujer. Se había puesto esas prendas tan reveladoras para abrirse a los ojos de los hombres, y distinguirse como una hembra insinuante y seductora, en quien los demás puedan fijarse, y lo que había conseguido es abrir las compuertas del deseo hacia ella, que yo la conozco como la más débil y frágil de las mujeres.
    
    Y ella, impactada por ese hombre, daba ante su cercanía muestras más crecientes de una deliciosa debilidad. Y digo deliciosa, porque en mi experiencia de varón sé que no hay nada más delicioso para un hombre que anhela poseer a una mujer, que el ver que ella, lentamente va cediendo y permitiendo la conquista, hasta el momento del abandono y la entrega. Eso estaba ocurriendo entre mi esposa Andrea, y ese fornido sujeto ...
    ... que parecía haberla atrapado en su red de deseo.
    
    La tensión sexual a distancia estaba al tope entre los dos, cuando el tipo; con la mayor tranquilidad, y portando tres botellas de cerveza, se acercó a nuestra mesa diciendo:
    
    - ¿Señor, me permite usted que comparta en su mesa estas cervezas?
    
    - Yo, mirándolo fijamente a los ojos le respondí: “No hay ningún problema, siéntese”, y él se sentó, teniendo a Andrea en medio de los dos; y a quien mirando a los ojos, y mostrando una ligera sonrisa pícara, le extendió su mano diciendo: “Jaime, mi nombre es Jaime”. Mi esposa, electrizada por su presencia, solo atinó a tomar su mano sin mirarlo, mientras suspirando, me miró de soslayo de manera sofocada.
    
    Andrea me confesó que a medida que pasó el tiempo, ella se sentía más y más atraída y seducida por ese hombre. Ella se sentía por momentos a punto de estallar, y un ardor intenso en su vagina le decía que deseaba tener sexo de manera inmediata. Ese cosquilleo la arrebataba, y la invitaba a estar más cerca de él, haciendo que esa sensación se haga por momentos irresistible.
    
    Fue en ese instante que ella sintió la mano de Jaime debajo de la mesa que tomo la suya, y apretándola suavemente comenzó a acariciar sus dedos. Ella, enardecida, quiso controlarse y apartar esa mano que alteraba su respiración y avivaba su deseo, pero no pudo, y se dejó hacer. Luego, esa ardiente mano se posó sobre sus muslos, recorriéndolo con posesión, apretándolos, acariciándola como si fuese su mujer, ...